Opinión

¿Qué se esconde y para qué?

25/09/2019 |04:35Filiberto López Díaz |
Redacción Querétaro
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Amiga y compañera de la Barra Mexicana-Colegio de Abogados, la Dra. Patricia Kurczyn Villalobos, Comisionada del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información (INAI), por su trayectoria, inteligencia y género, ha venido desempeñado un buen papel en el instituto. Recién el pasado 19, en Tepic, Nayarit se presentó por el Comisionado Presidente: Francisco Javier Acuña Llamas del INAI, un estudio denominado: “Instituciones deben estar abiertas al escrutinio ciudadano para mejorar gestión pública” en donde afirmó: “Que la sociedad exige conocer al 100 por ciento la gestión pública, con el propósito de participar en las decisiones de sus autoridades en una lógica de gobierno abierto que contribuya a optimizar los programas y políticas públicas” y lo anterior viene a colación por una pregunta: ¿En Querétaro se observa lo anterior? En algunos aspectos, son las propias autoridades quienes se cierran a la opinión pública; empero, con la revolución de la informática, es difícil saber si lo que en las redes se escribe, o las declaraciones a la prensa por quienes nos gobiernan, son hechos que resultan ciertos o falsos, de aquí la necesidad de que exista el INAI. Respecto de las redes sociales, se ha discutido mucho sobre la ética, manipulación que se puede realizar a través de ellas y en algunos casos se pretende hacer valer la libertad de expresión. En la Universidad de Georgetown, EE. UU., en la carrera de periodismo de manera reiterada, en cátedras en las que se trata el tema de la libertad de expresión, se pone como ejemplo, a efecto de no utilizar este derecho de manera irracional y con libertinaje, también con una pregunta: ¿Es libertad de expresión cuando alguien grita fuego en un cine repleto? Las respuestas son tan variadas como el número de alumnos que escuchan el cuestionamiento.

Diego Salazar en su libro No hemos aprendido nada, se plantea problemas actuales de comunicación e información, no sólo para los que tienen los gobernados, sino también las autoridades. En la página 226 del libro se lee: “Sabemos, gracias a un extenso estudio realizado por la Universidad de Beihang en China que la rabia cotiza mejor en redes sociales que otras emociones… Si la única opción para permanecer visibles en el News Feed (fuente de las noticias) de los usuarios de Facebook es publicar contenido que genere muchos comentarios, y que lo que mayor engagement (compromiso) produce es la rabia o el fastidio, ¿adivinen qué tipo de contenido publicarán buena parte de los medios?”

Si los ciudadanos tienen cierta resistencia a creer en las autoridades, su ruta magnífica de escape son las famosas redes sociales; pues es aquí en donde pueden acomodar el mundo a su gusto o reenviar aquellas noticias que satisfacen predilecciones personales, sin meditar en sus efectos. Así, las autoridades deben de hacer todo lo que este a su alcance para informar a la ciudadanía sobre la verdad de los acontecimientos que suceden en su entidad y no eludir responsabilidades, pues desde los tiempos más antiguos de la Historia está demostrado, que cuando existen vacíos informativos estos son llenados por el rumor o las fake news; es decir, la anarquía intelectual prepara el camino para la anarquía social. Secretos dentro de secretos, cajones dentro de cajones y murmullos deslizados en clave que apenas se dejan oír en los oscuros y resbaladizos pasillos de todo poder. Empero, para los gobernados subsisten: La anécdota de “El collar de María Antonieta”, atribuida a Giuseppe Balsamo (a. Caliostro) y el cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen. Autoridad que no se ejerce plenamente, conlleva a perder el poder, cualquiera que éste sea, ya que, en estos supuestos, tampoco existen vacíos. Una constante y verdadera comunicación con los gobernados, legitima a quienes la ejercen; por el contrario, si algo se deja a la especulación y llega un momento que aflora la verdad y contradice a la autoridad, la confianza se pierde cada día más, salvo que, como lo expresó José Ingenieros: “La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas, y la fuerza motriz del libre examen”.

Especialista en Derecho del Trabajo y Seguridad Social

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