Internet, por favor nunca mueras. Uno inicia su día muy feliz, muy contenta, se despierta, checa redes sociales, se prepara para laborar, vuelve a checar Instagram, Facebook y Twitter y se encuentra con grandes joyas que son graciosas y tristes al mismo tiempo, porque son reales.
A estas alturas creo que ya se escuchó por todos lados el mensaje que Andrés Manuel López Obrador, nuestro flamante y cínico presidente, dio a través de un video en el Debate General del 75 período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el que además de aludir su propio gobierno, denominado “Cuarta Transformación” (4T), hizo mención al fascista Benito Mussolini, asegurando que el exgobernante italiano debe su nombre al “Benemérito de las Américas”, Benito Juárez, el mejor presidente de México, según AMLO.
Más allá de que sea cierto lo que dijo Andrés Manuel en el video o no, en el intento de parecer culto, se da un balazo en el pie, no abona, ni aporta nada su comentario; vemos al resto de los jefes de estado impecables, dando un mensaje congruente, mientras que López Obrador no sabe ni siquiera expresar si había o hay un avión presidencial, si está en venta, si lo van a rifar o a vender o quizá solo estaba afirmando que todo fue un fraude.
Su pésimo discurso dolió, no quedó como nada más que un ignorante ante problemas del mundo, sin empatía ante todo: la pandemia, crisis económica y la violencia. Dejó ver a diestra y siniestra el porqué a México le va tan mal. Sin embargo, aún hay quien le cree y aplauden todas y cada una de sus ocurrencias, sus fieles y enajenados seguidores continuarán sin abrir los ojos y lo seguirán viendo como un Nelson Mandela, un mesías, un Dios, ni cómo ayudarles.
Lo único que nos confirma todo esto es que su único objetivo era llegar a la silla presidencial, que realmente no le interesaba resolver los problemas de la nación, y solo mentía por convivir (para ganar) y ahora que llegó, no tiene ni idea de qué hacer. Entiendo perfecto el cansancio y hartazgo de la gente, el “voto de castigo” que se dio en 2018, y es que seguro ese hastío hizo creer que AMLO pudo ser un buen Presidente, lamentablemente pero se lastimó las rodillas… y la cabeza. El Presidente está totalmente desconectado y alejado de la realidad, vive en otro México.
López Obrador, aunque lo niegue, es un intento de dictador al que todo le sale mal, él dice que no es represor y respeta la libertad de manifestarse, ¿creerá que el Zócalo es su patio? Pues aún con amparo en la mano y en desacato a un juez, se prohíbe la entrada de mexicanos al Zócalo, el cual, junto con Palacio Nacional, se han convertido en un búnker; los derechos constitucionales dejaron de existir para los mexicanos que no piensan como AMLO.
La ignorancia y la soberbia rebosan en Andrés Manuel, quien dice “que se vayan todos los que quieran, necesito más lealtad que cualquier cosa, incluso que capacidad. Si se van todos, no hay problema, puedo gobernar solo”, esto debido a los funcionarios que han renunciado a sus cargos, según ellos, por las diferencias con el modo de gobernar de Obrador. Esto es tan risible, como preocupante y peligroso.
López pide lealtad a ciegas al proyecto de transformación, parece que acepta que violó la Ley para hacer su rifa no rifa del avión presidencial y es por eso que contratan fieles, serviles y lambiscones y no a la gente capaz y calificada. Para el Presidente, “hacer justicia” es venderle al pueblo boletos de rifa de “un avión” que ya habíamos pagado (una parte) para dotar de insumos médicos a los hospitales que también ya habíamos pagado con nuestros impuestos y se enoja porque cada día, en su cara los funcionarios que le renuncian, le dicen que su gobierno es corrupto.
Pero seamos sinceros, ¿qué podemos esperar de un presidente como AMLO?
“El que se alaba a sí mismo siempre encuentra quién se ría de él, lo cual no es cómico sino trágico”,
John Milton.