Prometer que Santa Rosa Jáuregui será un municipio de Querétaro no sólo es una mentira técnica y jurídica: es una estafa emocional. Un engaño vil.

El diputado Ulises Gómez de la Rosa, un expriista con fama de alterar votaciones desde sus años mozos en el tricolor, usa hoy recursos, personal y discurso institucional de la Legislatura queretana para manipular con descaro la esperanza de comunidades marginadas. Desde la sociología política, eso se llama “manipulación simbólica”: Transformar la necesidad en herramienta de control. Es la versión moderna del cacicazgo, maquillada de populismo.

La Constitución, en su artículo 115, es clara: ningún municipio puede crearse sin que el Congreso local apruebe, con base en dictámenes de viabilidad técnica, financiera y territorial emitidos por el Ejecutivo estatal, y previa consulta al Ayuntamiento afectado.

La Ley Orgánica Municipal del Estado de Querétaro (artículos 13 al 16) refuerza esos candados: se requiere demostrar población suficiente, autonomía financiera y estructura administrativa mínima. Nada de eso existe.

Santa Rosa Jáuregui concentra 70 mil habitantes, 7 % del total que tiene el municipio de Querétaro. No tiene tesorería, catastro, ni policía propios. Todo depende del Ayuntamiento capitalino. Su recaudación —predial, licencias y comercio— no alcanzaría ni el 20% del gasto operativo que implicaría ser municipio.

Santa Rosa necesita más de 400 millones de pesos al año. Además, 150 millones iniciales extras, sólo para arrancar oficinas, nómina y equipamiento.

En contraste, municipios como Huimilpan y Amealco —con poblaciones similares— apenas sobreviven con presupuestos de 380 a 430 millones de pesos al año. Santa Rosa no recaudaría ni 80 millones. Es, aritméticamente, inviable.

La Secretaría de Finanzas estatal no ha emitido ningún dictamen de viabilidad fiscal, ni existe registro en la Gaceta Legislativa o en portales de transparencia. El Inegi tampoco reconoce delimitaciones submunicipales con densidad o infraestructura que justifique autonomía.

Sin dictamen, sin plan financiero, sin base jurídica. La especulación es sólo grilla, como lo afirmó ayer el alcalde capitalino Felifer Macías.

Venderle a la gente un municipio imposible, es violencia moral. Es utilizar la pobreza como combustible electoral. La Ley General en Materia de Delitos Electorales, en su artículo 7, fracción II, advierte que engañar con promesas de beneficios institucionales constituye delito electoral.

Y, sin embargo, ahí está Ulises Gómez, prometiendo lo imposible, acariciando ilusiones ajenas para cosechar votos. #MorenaEngaña.

La ilusión de municipalizar Santa Rosa es sólo humo electoral disfrazado de esperanza.

Y cuando la esperanza se usa para mentir, el poder deja de ser representación y se convierte en fraude social.

La ley no lo permite, la razón pública lo condena y la dignidad de Querétaro no debe tolerarlo.

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