El agua es vida. Pero en Querétaro, el agua también es polítiquería. Y en el Congreso local, Morena decidió que es mejor apostar a la sequía que asumir la responsabilidad de garantizar el futuro hídrico de cientos de miles de queretanos.

El proyecto El Batán: Agua para Todos no moriría en la mesa técnica; tampoco por falta de viabilidad financiera. Ni siquiera por oposición ciudadana.

Moriría debajo de la aplanadora ideológica de unos diputados que prefirieron cerrarse al debate, antes que construir una solución.

No es un rechazo técnico, es un gesto ideológico. Morena en Querétaro se plantó en el “No” como dogma, sin alternativas, sin plan B, sin hoja de ruta.

Un “No” por disciplina partidista, porque en su manual político está escrito que cualquier iniciativa del Ejecutivo local debe ser bloqueada, aunque en el camino se ponga en riesgo la tranquilidad de la población. Y ese es el punto más grave: No es que el Batán sea perfecto, es que sin él —o sin otra alternativa— la crisis está a la vuelta de la esquina.

La política debería ser la arena del diálogo y la búsqueda de consensos. Aquí no hubo ni lo uno ni lo otro. Hubo una negativa cerrada, un capricho disfrazado de resistencia, un rechazo con olor de consigna ideológica torpe. Los diputados locales de Morena no quisieron siquiera votar; prefirieron enterrar el proyecto antes que cargar con el costo de decirle “Sí” al agua, para los próximos 30 años.

La realidad no espera. Los pozos siguen agotándose, el Acueducto II muestra sus límites y la población enfrenta tandeos, cada vez más frecuentes. Pero en la lógica de Morena, es mejor negar la urgencia, que reconocerla. Es mejor dinamitar la posibilidad de un acuerdo que construirlo. Y así, se apuesta a que el desgaste lo pague el gobierno. Se trata de golpear por capricho.

La ruta crítica de la crisis que se avecina no tiene salida.

En 2026-2027 habrá un déficit real de 0.21 metros cúbicos por segundo en la Zona Metropolitana. Lo que obligará a tandeos permanentes.

Hacia 2030–2032 se dará el colapso parcial de acuíferos sobreexplotados. Para 2040, Querétaro podría sumar 3 millones de habitantes sin seguridad hídrica. El agua será convertida en recurso de lujo y desigualdad.

Los muertos de El Batán no son los diputados que celebran su victoria pírrica en el Congreso. Ellos siguen vivitos y cobrando. Son las familias que pronto tendrán que formarse por horas para esperar una pipa con agua. Son los agricultores que verán sus tierras más secas. Son los industriales que pensarán dos veces antes de invertir en Querétaro.

Morena cree que ganó una batalla. En realidad, perdió Querétaro. Y el costo de esa derrota lo veremos en cada llave que se quede sin agua, por su irresponsabilidad chantajista.

X e Instagram: @PedroPabloTR

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