La política queretana se asoma al 2027 con un dilema viejo y urgente: unirse o resistir en solitario. La encuesta de Heraldo Media Group / QM (15 de octubre de 2025) presume que el PAN y Morena están empatados: 37.2% para la Cuarta Transformación y 36.9% para el panismo. Mientras que el PRI ronda el 6% y Movimiento Ciudadano (MC) el 5%.
Si se suman PAN, PRI y MC, rozaría el 48%. Ninguna alianza oficialista tiene hoy un candidato que de esa cifra. Están fragmentados, y viven de lo que les embarra la marca.
Las matemáticas resultan tercas: la alianza da más de lo que quita.
Sin embargo, la política no se hace con calculadora, sino con pasiones, intereses y hasta con soberbia.
El terco exgobernador Francisco Pancho Domínguez Servién lo dijo sin rodeos: “El PAN tiene que ir solo”. Lo respaldó su decorativo dirigente estatal Martín Arango, quien repite que “al PAN le perjudica una alianza con el PRI”. En su narrativa, el partido azul debe mantener su identidad, sus gobiernos bien evaluados y su marca de eficiencia. Y tiene razón: Querétaro es el mejor gobierno panista del país, con Mauricio Kuri, Luis Nava y Felifer Macías manteniendo aprobación superior al 60%.
Pero el reloj corre, y Morena no es el mismo de 2021. Con su voto duro y la maquinaria federal entregando apoyos (11 mil millones de pesos en Querétaro por año), ya aparece competitivo; incluso en municipios tradicionalmente azules. En la Sierra y el semidesierto, Morena tendría cierta ventaja.
Si el Acción Nacional se divide o se confía, enfrenta un peligroso reto.
Por eso Guillermo Vega, diputado local panista, rompió el guion al decir que “es necesario aliarse con el PRI y MC para enfrentar de manera muy competitiva a Morena”. La frase desató furia entre los ortodoxos. Que no tienen ningún peso politico, pero grillan. Y se cobijan en un purismo (ya) exterminado. Y sobre todo, sin ninguna competitividad política.
El gobernador Mauricio Kuri, con prudencia, evita polarizar. Repite que el tema “lo decidirá el partido”, aunque ya dejó entrever que “al PAN no le hace mal ir en alianza”.
Los datos del modelo territorial son elocuentes: con el PAN solo, Querétaro capital y Corregidora son seguras. Pero Colón, Ezequiel Montes, Amealco y Jalpan son “toss-up” (una moneda en el aire). Con alianza, el PAN y el disminuido PRI y Movimiento Ciudadano, tienen posibilidades, no sólo de ganar (aliados), sino de mantenerse en el poder y mantener su estructura dentro. Sin ella, el riesgo de derrota vive.
La moraleja es simple y amarga: la unidad panista ya no basta; la realidad exige candidaturas comunes inteligentes, no matrimonios ideológicos forzados. La alianza —si se hace bajo liderazgo panista y con narrativa de continuidad ciudadana— no es claudicación, sino blindaje.
Porque el verdadero enemigo no está dentro, sino afuera, tocando la puerta con el logo de Morena y la sonrisa del lobo.
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