Las cosas han cambiado; vaya que han cambiado con la era de la información. He escuchado muchas quejas de falta de atención por parte de alumnos y audiencias que dicen “se pierden y se distraen con cualquier cosa”. Y es que ante las circunstancias, decía Carlos Darwin, la especie que sobrevive es la que tiene la capacidad de adaptarse.
En honor a los buenos maestros dejo algunas recomendaciones para los que se han atrevido a dar un mensaje positivo para que sea bien recibido:
1. Es importante conocer a tu audiencia, quiénes son y qué necesitan.
2. La entrada al escenario debe ser fuerte, con una presencia dinámica y optimista.
3. Fundamental: los ojos son los que mantienen el interés. He visto oradores que no miran; si no miras a tu audiencia –a toda- se te van. Utiliza la regla del péndulo, mira de un lado hacia el otro y detente en aquellas personas que veas que te siguen. Cuando alguien comience a distraerse acércate con la mirada. Nunca le des la espalda a tu público.
4. El uso de la voz debe ser variado, muy variado para no aburrir al público. Es importante elevar el volumen de la voz para resaltar ideas importantes o para hacer vibrar a la audiencia, y luego atenuarlo; resaltar algunas palabras, recortándolas o alargándolas. El silencio y las pausas ayuda a provocar interés, hay que utilizarlo, variarlo, jugar con la voz, entonarla y hacer una ensalada con ella. El público lo agradecerá.
5. Para generar interés es importante que exista un gancho visual; si llevas imágenes muy bien, aunque también son muy efectivas las anécdotas, las historias, los cuentos y fábulas, las preguntas abrumadoras y todo lo que lleve al público a imaginar.
6. Me preguntaban cuánto tiempo era el ideal para dar una conferencia y la respuesta es, dependiendo de tu audiencia. Lo tradicional es una hora, aunque los estudios dicen que una persona adulta promedio mantiene la atención entre 10 y 15 minutos. Los niños entre 7 y 10 y los mayores pueden aguantar más de 20 minutos. Ante este reto, lo ideal es la interacción.
7. La interacción con el público es vital. El discurso tendrá que ser preparado para hacer que la audiencia realice algún ejercicio, aplauda, interactúe entre ellos, conteste preguntas, señale algo, se ría, participe, realice dinámicas, concluya o dé su opinión, genere polémica y muchas otras acciones. Esto le da mucha fuerza al tema.
8. El tema debe ser claro, enunciado desde el principio y enmarcado en el enfoque que se le va a dar y el objetivo que se pretende lograr para el aprendizaje.
9. Siempre hay una idea fuerza; que es una frase corta que pretendemos se le quede a la persona, ésta se va a repetir y decir de diferentes maneras hasta lograr su comprensión y que se recuerde a largo plazo; por lo menos 7 veces.
10. Se ha dicho que es importante llevar a la persona a la reflexión; yo diría, hay que llevarlo a la emoción. Una idea es más poderosa si se adjunta a una emoción. Los egipcios conducían a sus iniciados a través de pruebas que les provocaban “estados alterados de consciencia” que, en otras palabras eran: emociones. Y es que a través de ellas se crea atención, memoria, reflexión, interés, motivación. Antes de decir algo importante se debe generar una emoción para que sea bien recibida.
11. El interés es medido a través de los rostros de quienes están frente a ti. Cuando veas que no hay interés o motivación cambia de estrategia. Los canales de percepción son a través de la vista, los oídos y el movimiento. Si variamos entre estos tres, haremos una oratoria poderosa.
12. El cierre tiene que ser espectacular, que el público sienta que hay algo más, que quiere saber más, que quiere más tiempo y que no fue suficiente. Se puede dejar lo interesante para el final, las reflexiones, las dinámicas más divertidas y lo que sea más contundente en términos de ideas y de recursos que el público sienta que le van a ser útiles. Una idea sin utilidad no se atiende.
Especialista en educación, formación y desarrollo personal