En la historia clásica de Pedrito y el Lobo, un niño llamado Pedrito engañaba a su comunidad con falsas alarmas sobre la presencia de un lobo. Finalmente, cuando el lobo aparecía, nadie le creía. Este relato, tan antiguo como revelador, podría encontrar un eco inquietante en las negaciones constantes del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sobre la crisis de seguridad en México, especialmente a la luz de las valientes denuncias de periodistas, entre ellos, el destacado Jorge Ramos.

En la conferencia matutina del 29 de enero, Jorge Ramos confrontó a AMLO, destacando el récord de homicidios durante su mandato. En este juego narrativo, López Obrador ha repetido incansablemente que no hay una crisis de inseguridad en México, insistiendo en que su estrategia de “Abrazos, no Balazos” está dando frutos. Sin embargo, la realidad, respaldada por el trabajo arduo y valiente de periodistas como Ramos, pone al descubierto una verdad incómoda.

Es como si Pedrito, en lugar de asustar a la comunidad, estuviera gritando la verdad sobre el lobo, pero muchos, incluido el presidente, eligieran no creer. La situación en México, marcada por vacíos de control del Estado y problemas de inseguridad, es un lobo real que no puede ser ignorado.

Jorge Ramos, como otros periodistas valientes, ha demostrado con su trabajo el vacío entre la retórica presidencial y la realidad palpable. Negar la crisis de seguridad en México, cuando periodistas como Ramos arriesgan sus vidas para exponer la verdad, es tan arriesgado como las falsas alarmas de Pedrito.

Los más de 30,000 asesinatos en 2023 son una cifra que no puede pasarse por alto, independientemente de las interpretaciones gubernamentales. La estrategia presidencial ha sido cuestionada y la insistencia en sus logros contrasta con la cruda realidad de la violencia persistente.

AMLO defiende su estrategia, afirmando que la militarización ha fracasado y que abordar las causas de la violencia es la solución. Sin embargo, las cifras de homicidios y los informes periodísticos contradicen la eficacia de “Abrazos, no Balazos”. Es como si Pedrito, en lugar de enfrentar al lobo, intentara apaciguarlo con abrazos mientras la comunidad sufre las consecuencias.

Pero como decir que México es pacifico, cuando la crisis de seguridad es latente con el sombrío reconocimiento de tener nueve de las diez ciudades más violentas del mundo. Desde Colima hasta Acapulco, pasando por lugares como Ciudad Obregón, Tijuana y Uruapan, estas ciudades se convirtieron en símbolos de la persistente lucha contra la violencia. Este preocupante récord no solo revela la magnitud del desafío que enfrenta México, sino que también plantea interrogantes incisivos sobre la efectividad de las estrategias gubernamentales y la urgencia de abordar las raíces profundas de esta problemática. La cruda realidad se refleja en estas cifras, exigiendo una respuesta contundente y acciones concretas para revertir esta tendencia alarmante.

En los enfrentamientos con Ramos, AMLO parece interpretar el papel de Pedrito, negando la realidad evidente y desviando la atención.

Google News