Han pasado ya cinco años desde que el presidente López Obrador asumió el cargo en México, con la promesa de una Cuarta Transformación que cambiaría el rumbo del país. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, parece que el proyecto de nación de la llamada 4T se desmorona ante nuestros ojos, dejando al país en un estado de desorden y desconfianza.

Para muestra un botón de la realidad que enfrentamos mientras muchos de nosotros estábamos de vacaciones: secuestros masivos, asesinatos, acusaciones de corrupción a funcionarios de alto nivel, y una economía tambaleante. Estos eventos, que ocurrieron en tan sólo unos pocos días, son sólo la punta del iceberg de los problemas que enfrenta México bajo la administración de la Cuarta Transformación. Mientras el país se sumerge cada vez más en el caos y la incertidumbre, es evidente que el proyecto de nación prometido por López Obrador está lejos de cumplir sus expectativas y, en cambio, deja a la nación en un estado de desorden y desesperación.

El caso de Camila, la niña de 8 años brutalmente secuestrada y asesinada en Taxco, Guerrero, es un claro ejemplo del horror que enfrenta la sociedad mexicana en medio de la violencia desenfrenada. Guerrero, gobernado por Morena, es a todas luces un estado fallido, donde la seguridad y la justicia parecen estar fuera de alcance para sus habitantes.

Uno de los pilares de la Cuarta Transformación era la lucha contra la corrupción y la promesa de un gobierno transparente y honesto. Sin embargo, los recientes escándalos que rodean a funcionarios de alto nivel, como la exsecretaria de Energía, Rocío Nahle García, quien se encuentra bajo escrutinio por la adquisición de propiedades millonarias, arrojan dudas sobre la integridad y la ética en el gobierno actual. El uso de efectivo en grandes cantidades para estas compras, junto con la discrepancia entre el valor declarado de las propiedades y su valor real, plantea interrogantes sobre posibles actos de corrupción o enriquecimiento ilícito.

La inseguridad en el país ha alcanzado niveles alarmantes, con incidentes como secuestros masivos y feminicidios que sacuden a la sociedad mexicana. La incapacidad del gobierno para abordar eficazmente estos problemas y proteger a sus ciudadanos refleja un fracaso en el cumplimiento de su deber fundamental de garantizar la seguridad y el bienestar del pueblo.

La economía tampoco ha escapado de la crisis en la que se encuentra inmerso el país. La producción petrolera de Pemex ha alcanzado su nivel más bajo en décadas, mientras que la inversión extranjera se ha desplomado y la deuda pública sigue aumentando. Estos indicadores económicos son un reflejo claro de la falta de una estrategia coherente y efectiva para impulsar el crecimiento y el desarrollo económico en México.

Ante la desesperanza sembrada por la corrupción desenfrenada y la inseguridad rampante, el pueblo de México ha decidido tomar un nuevo rumbo. Anhelamos vivir en un México sin miedo, donde la transparencia, la justicia y el bienestar de todos sean las prioridades principales. La esperanza ha cambiado de manos y se ha depositado en candidatos comprometidos con el cambio real, como Xóchitl Gálvez.

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