Este mes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) arrojó luz sobre la salud de México en su informe anual. Lo que descubrimos no es solo preocupante, sino francamente alarmante. En un panorama donde el presidente López Obrador prometió un sistema de salud digno de Dinamarca, los resultados nos muestran que estamos más cerca de la realidad de los países menos desarrollados que de las naciones líderes en salud.

Comencemos con la cobertura de servicios de salud, donde México apenas alcanza 72.4% de la población protegida, a diferencia del promedio de la OCDE, que roza 98%. ¿Qué significa esto? Que más del 25% de los mexicanos carece de acceso a servicios de salud esenciales, una cifra que habla de una brecha de atención que clama por soluciones urgentes.

Lo que quizás sea aún más revelador es el gasto en salud por persona. Mientras que los países de la OCDE invierten casi $5,000 USD en promedio, México se encuentra en el extremo inferior con $1,181 USD.

La inversión en salud, pieza clave para construir un sistema robusto, es otra área donde México se desploma. Con solo 5.5% del PIB destinado a la salud, estamos muy por debajo del promedio de la OCDE, que supera 9.2%. Mientras el presidente soñaba con un sistema de salud tipo danés, la realidad es que vamos atrás, con un presupuesto insuficiente para garantizar el bienestar de la población.

La tragedia continúa cuando miramos las tasas de mortalidad materna e infantil. Mientras el promedio de la OCDE se ubica en 10.9 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos, México se dispara hasta 59.1, solo superado por unos pocos países en desarrollo. La mortalidad infantil, otra vergüenza nacional, se mantiene en 12.7 muertes por cada mil nacidos vivos, más del triple del promedio de la OCDE. Estamos, sin lugar a dudas, en una posición inaceptable.

No podemos ignorar el dramático aumento de enfermedades como la obesidad y la diabetes. Más del 36% de la población mayor de 15 años padece obesidad, mucho más alto que el promedio de la OCDE. La prevalencia de la diabetes es otro golpe duro, con un 16.9% de la población afectada en comparación con 7.0% de la OCDE. ¿Cómo se puede hablar de un sistema de salud eficiente cuando no podemos frenar la propagación de enfermedades prevenibles?

Pero las cifras críticas no terminan aquí. México lidera las tasas de mortalidad evitable, con 665 muertes prematuras por cada 100 mil habitantes, casi el triple del promedio de la OCDE. La esperanza de vida es de 75.4 años nos coloca como uno de los más bajos de la organización. El país que aspira a ser referente en salud se encuentra en la retaguardia, incapaz de garantizar a sus ciudadanos una vida plena y saludable.

El colapso en la realización de mastografías y en la detección de cáncer cervicouterino, junto con las altas tasas de amputaciones de miembros inferiores, solo subraya la tragedia que enfrentamos. ¿Cómo podemos confiar en un sistema que no está equipado para prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades de manera efectiva?

En resumen, los resultados de la OCDE son un llamado de atención que no podemos ignorar. La realidad desenmascarada es que, en materia de salud, estamos reprobados y en la cola de los países desarrollados.

Google News