Este domingo 2 de junio, México se enfrentará a una encrucijada sin precedentes. No sólo se trata de la elección más grande en la historia del país, con más de 97 millones de ciudadanos llamados a las urnas y la renovación de más de 20 mil cargos a nivel federal y local, sino de una oportunidad histórica para redefinir el rumbo de nuestra nación.

Al cierre de campañas, veo en estas elecciones la posibilidad de concluir el capítulo de los malos gobiernos y abrir uno nuevo, lleno de esperanza y prosperidad, liderado por Xóchitl Gálvez.

Durante este sexenio hemos sido testigos de una serie de políticas y decisiones que han erosionado la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, hemos sido testigos de como los caprichos del gobierno de un solo hombre nos hicieron retroceder en muchos rubros y tener pocos avances.

El gobierno de Morena ha utilizado la polarización como herramienta de legitimación, dividiendo a los mexicanos y creando un ambiente de constante confrontación. En este contexto, las elecciones de 2024 no sólo representan la oportunidad de una votación masiva, sino un referéndum, un giro de 180 grados sobre el futuro de nuestro país.

La participación ciudadana es crucial en cualquier democracia, pero en este momento de México cobra una relevancia aún mayor. La posibilidad de un cambio real depende de la capacidad de los ciudadanos para movilizarse y hacer valer su voz. Si logramos una participación histórica, acorde con la magnitud de esta elección, podremos asegurar que el poder regrese a las manos del pueblo y no permanezca concentrado en un solo partido que ha demostrado, a lo largo de su gestión, una incapacidad alarmante para gobernar con eficiencia y transparencia.

Un voto informado es la herramienta más poderosa con la que contamos. La ciudadanía debe conocer las plataformas, propuestas y antecedentes de cada candidato. Y la mejor opción, sin duda, es Xóchitl Gálvez, respaldada por la coalición Fuerza y Corazón por México, representa una opción de liderazgo renovador, con un enfoque en la inclusión, el desarrollo sostenible y la transparencia. Su candidatura no sólo es una alternativa real para ir contra la continuidad del modelo actual que se vislumbra seguiría bajo el mando de AMLO, sino una promesa de reconstrucción y progreso para todos los mexicanos.

La administración actual ha sido sorda a las críticas y a las necesidades reales de la población. En contraste, la propuesta de Xóchitl Gálvez se basa en un gobierno que escucha y responde, en políticas públicas que reflejan las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos. Durante su campaña, Gálvez ha demostrado un compromiso con la lucha contra la corrupción, la mejora de los servicios públicos y la implementación de políticas económicas que favorezcan el crecimiento inclusivo.

Es comprensible que muchos mexicanos se sientan desencantados y desilusionados con la política. La constante exposición a escándalos de corrupción, nepotismo y mala administración ha minado la fe en el sistema. Pero esta elección es una oportunidad para canalizar ese desencanto en acción positiva.

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