En las páginas de su último libro, "¡Gracias!", Andrés Manuel López Obrador parece trazar una línea final en su mandato presidencial. Sin embargo, en lugar de una despedida serena y reflexiva, encontramos un relato lleno de rencores, venganzas y señalamientos, revelando un ego herido y un deseo implacable de ajustar cuentas con sus opositores. Este “testamento político” nos ofrece un vistazo al AMLO de cuerpo entero: un líder envejecido por el poder, pero aún consumido por el odio y la necesidad de controlar su narrativa histórica.

En sus páginas, López Obrador continúa señalando responsabilidades en otros, mostrando una incapacidad para asumir sus propios errores y debilidades. A pesar de estar en el ocaso de su sexenio, no parece haber encontrado la paz ni la humildad para dejar atrás los resentimientos y las disputas del pasado. En lugar de ello, opta por aferrarse a la amargura y la animosidad, en un intento desesperado por moldear su legado a su conveniencia.

Su misógina descripción de Xóchitl Gálvez revela no solo un desprecio hacia la oposición, sino también una profunda falta de respeto hacia las mujeres en la política. Al desacreditar su origen y trayectoria, López Obrador muestra una vez más su disposición a denigrar y menospreciar a quienes no están alineados con su visión del mundo.

Pero más allá de sus diatribas políticas y sus ataques personales, el libro de López Obrador revela un narcisismo desbordante, una obsesión por escribir su propia historia con letras de oro. En un evidente esfuerzo por inmortalizar su legado, se presenta a sí mismo como el protagonista indiscutible de la transformación nacional, relegando a sus oponentes al papel de villanos en su narrativa épica.

Sin embargo, este intento de autoglorificación no puede ocultar la realidad inevitable: que la historia juzgará a López Obrador como uno de los peores gobernantes en la historia moderna de México. Su legado estará marcado por la polarización, la incompetencia y la corrupción, no por las supuestas victorias que él mismo se atribuye en su libro.

Es interesante notar que “¡Gracias!” es solo el último de una serie de libros que López Obrador ha publicado durante su mandato presidencial. A New Hope for Mexico (2018), Hacia una Economía Moral (2019), y A la Mitad del Camino (2021) son sólo algunos ejemplos de su prolífica producción literaria. Esto plantea la pregunta: ¿tenemos un jefe de Estado o un escritor a tiempo completo?

Reflexionemos por un momento sobre el tiempo y la dedicación que requiere escribir un libro. Es una empresa que consume meses, incluso años, de trabajo arduo y concentración. ¿Cómo concilia López Obrador esta labor con sus responsabilidades como líder de una nación? ¿Es posible que esté descuidando sus obligaciones como jefe de Estado para dedicarse a su vocación literaria?

O tal vez la respuesta sea aún más preocupante: ¿es posible que alguien más esté escribiendo por él, mientras él sólo pone su nombre y su firma al final del libro? En cualquier caso, ambas posibilidades son igualmente alarmantes. Ya sea que López Obrador esté priorizando su carrera literaria sobre su papel como líder nacional, o que esté permitiendo que otros moldeen su narrativa política en su nombre, el resultado es el mismo: un presidente ausente y un país sin dirección.

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