Paul Ospital Carrera

El maquillaje de los números

Ojalá en los próximos informes no se maquillen los números

El domingo fue largo y ruidoso en el Zócalo capitalino. Para algunos, día de trabajo intenso; para otros, de corrección política, casi penitencia. Dicen que a ciertos funcionarios los tuvieron “en el corralito” por haberse portado mal en el informe pasado, cuando se atrevieron a darle la espalda a la presidenta. Pero en esta nueva liturgia del poder, nadie se voltea, nadie mira hacia otro lado. Lo curioso es que, pese a todo el espectáculo, lo más comentado en los medios fue justamente eso: si Adán Augusto estaba en primera fila o tras las rejas. Mientras tanto, lo verdaderamente relevante, lo dicho por la presidenta Claudia Sheinbaum, se fue diluyendo entre los memes y las crónicas de protocolo. Hoy vale la pena detenernos a desmenuzar ese discurso que, entre verdades a medias, datos maquillados y algunos aciertos, dibuja un país más aspiracional que real.

Sheinbaum afirmó que México es ahora el segundo país menos desigual del continente, solo detrás de Canadá. Dicho así, suena casi milagroso. Pero el Banco Mundial, esa piedra incómoda en el zapato de las cifras oficiales, dice otra cosa: México ocupa el sexto lugar entre los más desiguales de América, por debajo de Colombia, Brasil, Chile y República Dominicana. Entonces, ¿de dónde sale el dato presidencial? Tal vez de otra realidad, de otro universo estadístico paralelo. Y sí, dirán los fieles que el Banco Mundial es conservador, que pertenece a “la derecha global”, pero los números no suelen tener ideología: o cuadran o no cuadran.

Con los empleos la cosa no mejora. Antes se presumía la creación de 1.3 millones de nuevas plazas formales. Sonaba impresionante, hasta que se supo que 1.2 millones correspondían a repartidores de aplicaciones que recién fueron incorporados al Seguro Social. Uberitos, DiDi, rappitenderos, héroes del tráfico urbano convertidos en estadística triunfal. Hoy la narrativa cambió: ya no se habla de “nuevos empleos”, sino de “récord de trabajadores registrados” en el IMSS. El matiz es sutil, pero esencial. Porque si 88.5% de esos trabajadores son eventuales, sin contrato fijo ni prestaciones estables, entonces estamos más ante una ilusión de bienestar que ante una verdadera recuperación laboral. Es el equivalente económico de tomarse una selfie con filtro: luce bien, pero no es real.

Luego vino la famosa refinería Olmeca, antes conocida —para no ofender la memoria nacional— como Dos Bocas. La presidenta aseguró que ya produce y refina al 100%. Aplausos, por supuesto. Sin embargo, reportes de Pemex revelan otra historia: opera apenas al 30% de su capacidad. Setenta puntos de diferencia no son un desliz, son una falsedad monumental. Es como decir que uno está corriendo un maratón cuando en realidad apenas despierta de la siesta. Nada grave, dirán algunos, lo importante es la intención. Pero la intención no llena tanques ni paga deudas.

Pasemos a Mexicana de Aviación, resucitada y rebautizada por el gobierno. Según Sheinbaum, la aerolínea es “rentable”. En la práctica, sin embargo, ha acumulado pérdidas por más de mil 700 millones de pesos. La mayoría de sus vuelos despegan semivacíos y los asientos disponibles superan por mucho el número de pasajeros. Es esa clase de rentabilidad que sólo existe en el discurso: la que no se mide en ingresos ni pasajeros, sino en aplausos y placas inaugurales.

El Tren Maya, otro emblema de orgullo nacional, tampoco escapó a la narrativa optimista. Se dijo que había transportado 1.7 millones de pasajeros desde su apertura. Suena bien, hasta que se revisa la meta inicial: esa cifra apenas representa 23% del objetivo proyectado. Pero en política, importa más cómo se cuenta la historia que los resultados duros. “Casi dos millones de pasajeros” provoca ovaciones; “23% de la meta” suena, en cambio, a tarea no cumplida.

Y llegamos al tema más delicado: la seguridad. La presidenta habló de una reducción del 25% en los homicidios dolosos. Una cifra que, a primera vista, podría interpretarse como un paso firme hacia la paz. Pero esa reducción sólo aparece si se comparan el peor mes del 2024 con el mejor del 2025. Un truco metodológico de feria: elige tus extremos y encontrarás el resultado que busques. Los datos del Secretariado Ejecutivo dicen algo distinto: la baja real es del 10%. Aun así, bajar 10% es positivo, sin duda. Pero fingir 25% erosiona la credibilidad de cualquier logro real. Es como pintar la cifra con marcador grueso para que parezca más grande.

No todo es engaño, hay méritos que deben reconocerse. La política social, la continuidad en los programas de bienestar y, sobre todo, el incremento sostenido del salario mínimo han tenido un impacto tangible en millones de familias. Ese es un acierto genuino.

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