Los resultados del Censo Nacional de Seguridad Pública de 2022 arrojan una luz incómoda sobre la efectividad de la Guardia Nacional en México, poniendo al descubierto el fiasco de la política de seguridad del gobierno de López Obrador, conocida como “abrazos, no balazos”. Lejos de ser un guardián eficaz contra la delincuencia, la Guardia Nacional parece haberse convertido en un brazo operativo para detener migrantes, dejando a la población a merced de criminales mientras la estrategia de seguridad se desmorona.

En un país donde la seguridad debería ser la prioridad indiscutible, las cifras reveladas por el Censo Nacional de Seguridad Pública del Inegi para el año 2022 pintan un panorama desalentador. Es evidente que, lejos de combatir el crimen, la Guardia Nacional ha desviado sus esfuerzos hacia un enfoque que plantea serias interrogantes sobre sus verdaderas prioridades.

En el transcurso de 2022, la Guardia Nacional “rescató” a 177 mil 000 personas en contexto de movilidad”, una eufemística manera de describir a migrantes detenidos en tránsito. El alarmante incremento del 462% en estas detenciones en comparación con 2021 arroja una sombra sobre la efectividad de la Guardia Nacional en su deber fundamental: proteger a los ciudadanos del crimen.

En contraste, la cifra que debería reflejar el éxito en la lucha contra la delincuencia muestra una realidad sorprendente. A pesar de contar con 100 mil militares revestidos de guardias nacionales, solo llevaron ante el Ministerio Público a 2 mil 814 personas en todo el año 2022. Esto representa una disminución drástica del 60% en comparación con 2021. ¿Cómo es posible que, con un aumento significativo de su presencia, la Guardia Nacional esté deteniendo a menos delincuentes?

Resulta igualmente desconcertante que, mientras más se despliega la Guardia Nacional, menos parece contribuir al combate contra el narcotráfico. Los decomisos de drogas experimentaron reducciones significativas en todas las categorías en 2022, planteando dudas sobre la verdadera eficacia de la estrategia implementada. Desde una disminución del 60% en el decomiso de fentanilo hasta una reducción del 82% en metanfetaminas (cristal), la Guardia Nacional parece estar perdiendo terreno en la lucha contra el crimen organizado.

Desarmar a la delincuencia tampoco figura como una prioridad para la Guardia Nacional. A pesar de tener más efectivos que nunca en 2022, se registró una disminución del 22% en el decomiso de armas en comparación con el año anterior. Esta desconcertante tendencia plantea preguntas fundamentales sobre la capacidad y el compromiso de la Guardia Nacional para hacer frente a la creciente amenaza armada que enfrenta el país.

Sin embargo, lo más alarmante es la revelación de que la mitad de los 100 mil elementos de la Guardia Nacional no posee el certificado que acredita su perfil y habilidades para el desempeño de su función. El 53% de los miembros no cuenta con el certificado único policial, un instrumento esencial que garantiza que los policías posean los conocimientos y habilidades necesarios.

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