La reciente crisis diplomática entre México y Ecuador ha puesto de manifiesto una serie de tensiones que han sacudido las bases de las relaciones internacionales entre ambos países. El atentado a la soberanía nacional representado por la irrupción de policías ecuatorianos en la Embajada de México en Quito es un hecho condenable que merece la más enérgica reprobación. Sin embargo, más allá de este incidente particular, esta crisis revela una realidad más amplia y preocupante: la falta de liderazgo y habilidad diplomática por parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Es indudable que el respeto a la soberanía nacional es un principio fundamental en las relaciones internacionales. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece claramente la inviolabilidad de las misiones diplomáticas, y cualquier violación de este principio debe ser condenada sin reservas. En este sentido, el asalto a la Embajada de México en Ecuador representa un acto inaceptable que merece la más enérgica condena por parte de la comunidad internacional.

Sin embargo, más allá de la gravedad de este incidente en particular, la crisis diplomática entre México y Ecuador pone de relieve un problema más profundo y preocupante: la falta de liderazgo y habilidad diplomática por parte del presidente López Obrador. En un momento en que las relaciones internacionales son más complejas que nunca, México necesita un líder capaz de enfrentar los desafíos globales con visión, pragmatismo y habilidad diplomática. Lamentablemente, López Obrador evidentemente no está a la altura de esta tarea.

La falta de oficio y altura de miras del presidente ha quedado patente en su manejo de esta, y las muchas crisis diplomáticas de su sexenio, caracterizado por tener un doble criterio respecto a lo que dicta la Doctrina Estrada, pues, cuando se trata de sus amigos ideológicos y colegas de izquierda, promueve la no intervención de otras naciones, pero lo mismo emprende misiones militares para el rescate de dictadores bananeros latinoamericanos como Evo Morales.

López Obrador, en lugar de buscar soluciones diplomáticas y pacíficas a los conflictos, se comporta con una postura bravucona y confrontacional que solo ha exacerbado las tensiones entre países como Ecuador, Argentina o Perú. Al tiempo que demuestra una total incapacidad para entender las implicaciones de su cargo como presidente de México, en una evidente falta de tacto y sensibilidad hacia las preocupaciones de otros estados.

Además, la falta de liderazgo de López Obrador ha tenido consecuencias devastadoras para las relaciones internacionales de México en su conjunto. En un momento en que la diplomacia es más importante que nunca, México se muestra aislado y marginado en la arena internacional debido a la falta de visión y habilidad diplomática de su líder, AMLO ha convertido a la presidencia de México en interventora de sus amigos dictadores, al tiempo que en palabras de Donald Trump “Se dobla” ante las exigencias norteamericanas. La crisis diplomática con Ecuador ilustra de cuerpo entero las deficiencias del presidente López Obrador como líder de México en el ámbito internacional.

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