En octubre de 2024 en sesión ordinaria del Consejo Universitario se declaró al 2025 como año de los “400 Años de Estudios Humanistas en Querétaro”. Así, la Universidad Autónoma de Querétaro inició la conmemoración, que concluyó el 20 de junio.
Celebramos que, en ese día, pero del año 1625 llegaron los jesuitas al predio en donde hoy se encuentra el campus Centro Histórico, y con ello, inician los trabajos para crear el Colegio de San Ignacio con una clara intención de enseñar humanidades tanto a los religiosos, como a los hijos de laicos. Tiempo después empezó a levantarse la fábrica material del conjunto arquitectónico que albergó a los colegios de San Ignacio y San Francisco Xavier.
Desde entonces, este lugar ha sido sede de estudios humanistas a lo largo de casi cuatrocientos años interrumpidos, sólo por la expulsión de los jesuitas en 1767 y en algunos períodos convulsos en nuestro país en los siglos XIX y XX.
Y a pesar de cambios teóricos dados por movimientos más amplios como la Ilustración o el Positivismo que impactaron en la enseñanza y en la propia concepción las humanidades; cátedras como Filosofía, Gramática, Ética, entre otras, han permanecido como un baluarte que se levanta en reconocimiento de la importancia de estos estudios. Hoy, la UAQ resguarda ese compromiso del pensamiento.
En la escalera imperial que sube al segundo piso del Patio Barroco se encuentra la réplica del retrato al óleo de los benefactores: Don Diego Barrientos y su esposa Doña María Lomelín, considerados grandes y honorables personajes del todavía pueblo de indios de Santiago de Querétaro, pues en 1625 aún no poseía el título de Ciudad Nobilísima de Españoles. Los benefactores donaron el predio, 30 mil pesos, una casa y una huerta para que los jesuitas se establecieran.
El retrato incluye un tercer personaje sin nombre y sin edad, se trata de un niño ataviado en terciopelo de unos cinco u ocho años, él era un tipo de esclavo de los que denominaban mulequines o niños de alfombra. Su presencia es importante porque representa el estatus de su ama, bajo un sistema que reconocía cierta dignidad a los poseedores de esclavos, por ello los incluían en los retratos. Hoy, ese pequeño representa la historia de aquella parte de la sociedad novohispana que quedaba fuera de los privilegios y que, en ocasiones, era víctima de un maltrato legitimado al grado de sentirse culpables de su condición.
Precisamente es con el estudio de las Humanidades, en los distintos momentos históricos, que podemos reflexionar este tipo de injusticias y llegar a la concientización de la necesidad de cambios pertinentes en los órdenes de autoridad. La crítica a esas injusticias es, entre otras, una de las funciones de los estudios humanistas y, por ello, los celebramos ayer, hoy y mañana.
Coordinadora de la Comisión de la Conmemoración de los 400 años de Estudios Humanistas en Querétaro
Investigadora de la Facultad de Filosofía de la UAQ