Desbocada después de haber estado encerrada tanto tiempo....

Recorrer mundos desconocidos, pantanos, ríos, mares, bosques y desiertos para poder reconocer que quería volver a un establo.

Después de tanto caminar, de atravesar por tanto, de sobrevivir a momentos de peligro ésa yegua añora su lugar,un lugar seguro, cálido donde pueda sentirse como en casa en lugar de trotamundos. Ahora, no es igual que como entonces cuando dejó su mundo, ahora porta consigo cicatrices, marcas, heridas profundas que quizá no cierran del todo.

 La mujer, como la yegua, queriendo comerse el mundo sin tener un plan, adentrándose cada vez más en zonas peligrosas. Exponiéndose a todo tipo de escenario, situaciones incómodas, dañinas e incluso que la llevaron al límite, no por gusto sino por circunstancia. ¡Libre! ¡Transparente! honesta no sabiendo cómo, si no sólo "ser". Batallas perdidas, luchas intensas pero siempre reconociendo que hizo lo que sabía hacer: ¡mostrarse al mundo tal cual es! con un corazón puro aunque salvaje esperando ser domado.

 A veces niña a veces mujer. Fuerte, valiente, noble, leal, incierta, temerosa, pensativa, determinada,inquieta, equivocada con brotes de certeza. ¡Así! saliendo como la yegua, ¡a pelo! sin montura, sin estribos,ni jinete. Solo ella.

Ahora, sólo elige su lugar, con el ¡alma intocable! a pesar de las decepciones vividas, de las lecciones aprendidas y de las profundas heridas. Incluso reconociendo sus errores. Porque como el animal, era obstinada, irreverente y soberbia. Cobijada bajo su propia irrealidad disfrazada de libertad. Encontrando sólo libertinaje.

 

Caminar siendo uno mismo puede resultar la travesía más complicada que puede existir, no te entienden. Mundo de pretensiones, intereses y falsa honestidad.

 

Se sintió perdida,¡loca! ajena a todo y a todos al borde de la frustración y del abandono siempre buscando el cobijo de quien pudiera arroparla y así, paso un tiempo, buscando  en lugares que sólo la embaucaban, la utilizaban la montaban como la yegua para llegar a algún punto, algún destino. Con algún propósito y no precisamente seguro sino espinoso, árido y seco.

 

Encontró ahora un lugar dónde protegerse, donde curarse las heridas, donde puede recuperar fuerza para salir de nuevo a comerse al mundo, ¡eso no cambia!

porque se reconoce así. 

 

La mujer como la yegua, se ha domado. Ahora, con porte, seguridad y dignidad está decidida a conquistar sus sueños más salvajes.

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