Los resultados electorales en la capital de Querétaro fueron consecuencia de varios aspectos.

Castigo y autocastigo en el PRI. Primero, por la debacle del PRI: el rechazo nacional que se concretó en el voto útil para Morena en la elección presidencial.

Segundo, porque miles de priistas, desencantados con su partido y alentados por las “puertas abiertas” en Morena, “migraron” su voluntad electoral hacia e incluso, centenas se sumaron a sus filas. Varios se convirtieron en asesores y operadores del candidato a la presidencia municipal, Adolfo Ríos.

Tercero, el rechazo a la conducción de Juan José Ruiz, integrante del grupo político —encabezado por el exgobernador José Eduardo Calzada Rovirosa— fue el factor extra que dejó destrozado al tricolor queretano. A Juan José lo acusaron de segregar a opositores, de favorecer a sus amigos y de ser incapaz de conciliar.

Probablemente esto generó casos como el de Ricardo Caballero González que fue candidato de Morena a la diputación local por el distrito II y lo ganó. Él se había desempeñado como Secretario de Vinculación Ciudadana del Comité Directivo Estatal y como Secretario de Finanzas en el Comité Directivo Municipal del PRI.

El distrito I fue ganado por Morena, aunque era un territorio en el que el PRI había ganado en 2012 y 2015; aparentemente se concretó la “transferencia” de votos priistas.

Creció pero no alcanzó. ¿Por qué no le alcanzó a Morena para crecer más e incluso ganar la capital del estado? Considero que hay dos elementos destacados.

Uno, que a los seguidores de AMLO les faltó experiencia para realizar una campaña electoral de mayor presencia y penetración social. Su candidato, Adolfo Ríos García, incurrió en varios desaciertos y demostró poco conocimiento del municipio capitalino.

Es decir, si bien Morena dio gran impulso a las campañas de sus candidatos, éstos no aportaron el plus para triunfar. Aun cuando incorporaron a varios estrategas electorales procedentes del PRI, no llegaron a tiempo para dar más vigor a su campaña (si era ése el objetivo de sumarlos).

No obstante que Adolfo Ríos es considerado como un “famoso” del futbol mexicano”, su aporte —junto con el de su partido— fue limitado. Los números nos explican: Adolfo Ríos obtuvo la mayor votación vía Morena (111 mil 393), mientras que su nombre al lado de las siglas de su partido (PES) lograron 11 mil 17); una diferencia de 10 a uno. Ello confirma nuestra hipótesis: pesó más “la marca” que el candidato.

Dos, que los gobiernos —estatales y municipales— encabezados por panistas, han tenido buena aceptación entre la ciudadanía de la capital. Esto se explica si recordamos que en los últimos 21 años, el municipio de Querétaro ha sido gobernado por seis panistas; es decir, 18 años de esos 21: Francisco Garrido (1997-2000), Rolando García (2000-2003), Armando Rivera (2003-2006), Manuel González (2006-2009), Francisco Domínguez (2009-2012) y Marcos Aguilar (2015-2018). Solo el trienio 2012-2015 fue gobernado por un priista: Roberto Loyola Vera.

Por cuanto hace al gobierno del estado, la situación es parecida: 15 de los últimos 21 años, mandatarios panistas han ejercido el poder: Ignacio Loyola (1997-2003), Francisco Garrido (2003-2009) y Francisco Domínguez (2015-2018). Solo hubo un gobernante del PRI: José Calzada Rovirosa (2009-2015).

Si aceptamos que la oleada pro Morena tuvo como principal sustento sacar al PRI del gobierno; que el principal motor de esta acción fue la clase media mexicana; que Morena solo fue un medio, no el fin; y que, hasta ahora, los gobiernos panistas son bien aceptados en Querétaro, tendremos claro por qué resultó así la elección municipal.

Google News