Hay consenso nacional: la crisis educativa, agravada por la pandemia, devendrá en tragedia si se impone el adoctrinamiento que pretenden los sectores ultra radicales de la 4T a través del nuevo plan educativo.

La política educativa de México no ha sido de Estado. Los sectores liberales (PRI) y ahora la corriente neomarxista (4T), han convertido la educación en herramienta ideológica. No es el caso del PAN que normalmente no parece entender qué es y para qué sirven la educación y la cultura.

El método —probado por el feminismo radical para impulsar la ideología de género— inicia con la deconstrucción de la realidad: ataca las contradicciones (ficticias o reales) del modelo educativo, las competencias personales, señalándolas de neoliberales, de generar egoísmo, desinterés por los demás, el lucro, etc., para generar el rechazo emocional y acrítico a los mismos. Paso siguiente se contrasta con los nuevos valores —la colaboración y el interés superior de la niñez— que se magnifican con ejemplos donde la solidaridad, la unidad, la colaboración aparecen como los ejes de una sociedad mejor para ganar la simpatía de amplios grupos.

Su propósito no es el educando, mejorar los valores sociales, o resolver las problemáticas educativas, sino, de manera maniquea, sustituir lo existente (malo), por algo nuevo y bueno, a través de un nuevo lenguaje. El refuerzo ideológico vendrá con los nuevos libros de texto.

La minoría ultra radical de Morena que impulsa esta iniciativa ecléctica comete el error de piratear ideas publicadas en libros bolivianos sin dar el crédito a sus autores, ha dicho el propio morenista Gibrán Ramírez.

La crisis educativa impulsada por el presidente, su partido y los grupos afines, comenzó al acabar con la reforma educativa impulsada en el gobierno de Peña Nieto, se agravó con la pandemia, que expulsó a más de 1.5 millones de alumnos del sistema educativo y se empeora con esta propuesta, con los libros de texto y con la reducción presupuestal (3.1 del PIB) por debajo del 3.9 de Felipe Calderón.

Al presidente no le interesa la educación, sino garantizar el adoctrinamiento de la infancia y la juventud para consolidar generacionalmente el cáncer del lopezobadorismo como modelo político.

El nuevo modelo educativo, si así puede llamársele, prescinde de las aportaciones de maestros, padres de familia y especialistas educativos; se plantea como programa educativo cuando aún es un documento de trabajo.

Es un modelo fracasado al desechar la evaluación como eje diagnóstico del modelo, de los maestros y de los alumnos, lo cual le impedirá conocer sus errores, omisiones y carencias para corregirlas; por carecer de fundamentos científicos y técnicos.

Adicionalmente, a este fiasco de modelo se suma la entrega de la Secretaría de Educación Pública al ala radical de los maestros, para impedir cualquier viraje futuro.

Sin duda, AMLO se perfila como el peor presidente de México: entregará un país en peores condiciones de las que lo recibió, entre ellas la educación que, de no hacerse algo, sumirá en el fracaso y la frustración a varias generaciones.

Esta administración se ha caracterizado por destruir procesos de avance en aras de ocurrencias que van dando tumbos, de fracaso en fracaso. La llamada nueva escuela mexicana es uno más de ellos, debido a que más que la educación lo que realmente les importa es el adoctrinamiento ideológico y las clientelas electorales para el morenismo.

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