A la memoria de 
Pablo Latapí Sarre

Gracias a su autonomía y capacidad técnica, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer el jueves pasado las estimaciones de pobreza. Mientras en 2018 había 52 millones de pobres en México, este número se incrementó a casi 56 para 2020. En dos años, casi 4 millones más de personas no tuvieron ni dinero para satisfacer sus necesidades como tampoco acceso a derechos básicos (salud, educación, vivienda, servicios básicos, seguridad social y alimentación).

Esta información puede, en primer lugar, hacernos conscientes que como sociedad aún debemos trabajar más para que los individuos superen sus carencias. Segundo, nos ayuda a preguntarnos sobre el desempeño del gobierno de “izquierda” que se autodenominó como guía de la Cuarta Transformación y tercero, tales mediciones capturan los efectos de la pandemia y nos hace pensar a futuro.

Aparte de la falta de ingresos, un aspecto que nos hace pobres es que no cursemos la educación obligatoria, es decir, que caigamos en “rezago educativo”. ¿Qué origina esta situación? Cuando los gobiernos establecen la obligatoriedad de un nivel educativo, como fue el caso de la secundaria en 1993, preescolar en 2002, educación media superior en 2012 y superior en 2019, tienen que disponer de recursos e implementar políticas de inclusión efectivas para que todas las niñas, niños, jóvenes y adultos en la edad correspondiente asistan a la escuela, bachillerato o universidad. Si no, el rezago va a aumentar. Así ha pasado precisamente en México, según los datos del Coneval. Con los lineamientos de 2010 el rezago era de 16 por ciento y con los de 2018, éste creció tres puntos porcentuales. Al haber incorporado al bachillerato a la educación obligatoria, el rezago creció y muy probablemente, cuando se incorpore a estas mediciones la educación superior dicha carencia se elevará aún más.

Es relativamente fácil prometer que todos vayamos a la escuela, cumplirlo no. En esto los gobiernos tienen una responsabilidad ineludible. Mientras en 2018 había 23.5 millones de mexicanos en rezago educativo, para 2020 ya eran 24.4 millones. Si bien la diferencia no es estadísticamente significativa, sí llama la atención que ni con el extenso programa de becas del actual Gobierno Federal se pudo contener el rezago. “Todos los estudiantes de los colegios de bachilleres, escuelas técnicas, vocacionales, y preparatorias públicas recibirán una beca de 800 pesos mensuales”, prometió Andrés Manuel López Obrador en su discurso del Zócalo del primer de diciembre de 2018.

Con base en los datos del Coneval, ahora sabemos que de 2018 a 2020 “la inasistencia de la población que aún no completa la educación media superior aumenta tanto para la población de 3 a 15 años como para la población de 16 a 21 años”, aunque de manera más pronunciada en el último grupo”. Y esto es solo asistencia escolar, ¿qué pasará con el aprendizaje? Una cosa es ir a la escuela y otra aprender. Sobre lo primero, ya sabemos que no hemos mejorado, de lo segundo, ni datos con representatividad nacional hay.

Aparte del rezago, hay retrocesos.


Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS).

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