Las ciudades urbanas tienen tres funciones básicas: 1) ser un lugar de residencia, 2) ser un lugar de empleo y 3) ser un lugar de esparcimiento. Estos tres ámbitos nacieron estrechamente unidos en las más antiguas ciudades. Sin embargo, la dinámica de la población ha obligado, con el tiempo, al ensanchamiento territorial, aflorando, en consecuencia, el fenómeno del crecimiento urbano.

Desde lo anterior, la política pública de la planeación urbana se convierte en una obligación crucial para todo gobierno en turno. En este sentido, el municipio de Querétaro, desde los años 80 del siglo pasado ha sido objeto de, al menos, tres oleadas migratorias obligando al crecimiento de la mancha urbana, a saber: 1) la ola de la inmigración debido a los terremotos de 1985 en la Ciudad de Méxco, 2) la ola de 1988 a 1994: el proyecto de descentralización promovido por el entonces presidente Carlos Salinas y, por último, 3) desde el año 2000, durante el gobierno de Vicente Fox, se privilegiaron las inversiones privadas locales y extranjeras generando los llamados “espejismos citadinos”.

En el lapso de las olas descritas, se privilegió siempre el modelo de urbanización norteamericano fincado en la movilidad del automóvil y no en las necesidades de la gente. Sin embargo, sano es decir que toda obra pública es bienvenida ante la insistente presión demográfica, solo que la obra vial denominada Paseo 5 de Febrero que recién inicia se adorna con la retórica de la autoridad política del estado de Querétaro, sosteniendo que será “un ejemplo nacional” y “un ejemplo de movilidad del siglo XXI”. Esta misma retórica sería importante escucharla para un transporte público cuyo modelo ha envejecido con los años y hoy es disfuncional y obsoleto. La ciudad de Querétaro requiere de muchos servicios dignos y cercanos al ciudadano. Por cierto, sería interesante saber si la autoridad política realizó un diagnóstico social que indique si la gente está de acuerdo con la obra vial. Por su parte, ya otros sectores del medio empresarial y comercial afirmaron su beneplácito por la obra pública.

Como fehaciente observador de las tres olas del crecimiento urbano del municipio de Querétaro, puedo asegurar que la ciudad, actualmente, tan solo se limita a “crecer”; se ha perdido la posibilidad de refundarse por lo que, si los servicios fallan, entonces la ciudad dejaría de funcionar y enfrentaría riesgos de estallidos urbanos. Qué es más importante para lo ciudadanos, ¿la obra vial Paseo 5 de Febrero? o ¿un transporte público moderno y que dignifique la calidad de vida de los usuarios? o ¿la seguridad pública? o ¿el agua?, etc.

Para concluir, el ejemplo de la crisis del agua en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, debe recordarle a los gobernantes tomar las mejores decisiones respecto a las necesidades más apremiantes para la población. Ese ejemplo es el botón de muestra de lo que es un estallido urbano no deseable en el estado de Querétaro.

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