Esta semana hubo unos acontecimientos interesantes en torno a la posición de algunos políticos de México ante Rusia. La situación ha despertado mucha inquietud por parte tanto de otros políticos mexicanos, como de diplomáticos extranjeros en el país. ¿Qué movimientos se realizaron y qué implicaciones tienen para el Gobierno Federal (GF)?

Uno de estos acontecimientos sucedió el pasado miércoles, cuando legisladores de Morena, Partido del Trabajo y Partido Revolucionario Institucional establecieron un Grupo de Amistad con la Federación de Rusia en la Cámara de Diputados. Los dos subsecuentes sucesos fueron respuestas del primero. Se trata de la conformación del Grupo de Amistad con Estados Unidos de América, por parte de legisladores de Movimiento Ciudadano y Partido Acción Nacional, y de las declaraciones de la embajadora de Ucrania en México.

Primero, ¿qué es un Grupo de Amistad? Básicamente son espacios de contacto entre legisladores con los diplomáticos en activo de otros países en México, sean cónsules, agregados culturales o, en la mayoría de las ocasiones, embajadores. A estas acciones y esfuerzos para incentivar una mayor interacción, cooperación, asistencia, etc., con el principal ánimo de construir una mayor confianza entre las naciones involucradas, se les conoce como diplomacia legislativa, que es algo muy común  en sistemas parlamentarios, aunque no exclusivamente.

En tal contexto, resulta intrigante y problemática la acción de instalar el Grupo de Amistad con la Federación de Rusia, sobre todo por tres particulares razones que inciden en la imagen y gobierno de nuestro país. La primera tiene que ver con la posición oficial e intitucional de México anunciada en múltiples ocasiones en la Organización de las Naciones Unidas, en cuyo Consejo de Seguridad y Asamblea General ha condenado la invasión rusa a Ucrania y votado a favor de exigirle a Rusia que termine la guerra.

La segunda es la dinámica misma que genera, es decir, una mayor colaboración con un país al que el GF ya condenó, por lo que el movimiento significa respaldar las decisiones del Kremlin en la guerra. Por último, la operación significa un mensaje en dos sentidos: de apoyo a Moscú, pero también de desprecio y rechazo a la comunidad internacional que, con acciones y no únicamente con palabras, ha decidido enfrentar a Vladimir Putin, como en décadas anteriores lo hicieron con otros líderes autoritarios y totalitarios de Europa, momentos en los que México sí participó.

Las respuestas del embajador estadounidense y embajadora ucraniana en México fueron contundentes: un rechazo total a las acciones de los legisladores morenistas, petetistas y priístas por crear ese lazo de respaldo y solidaridad con Moscú en el marco de la guerra que ha provocado con Ucrania. “Dime con quién andas y te diré quién eres”, apuntó Oksana Dramaretska al finalizar su intervención, dicho clarísimo para la ambivalencia de México.

Ahora, la conformación del Grupo de Amistad con Rusia fue una acción de legisladores, no del GF, pero sabemos que en múltiples ocasiones estos personajes no dan paso sin previa instrucción de Andrés Manuel López Obrador. ¿Obedecerá esta situación a esa dinámica? Quizá sí o quizá no, pero invariablemente el daño se ha hecho. ¿Cuál será el costo para México ante el mundo de esta solidaridad, al final de cuentas, con Putin?

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