Ha corrido infinidad de tinta sobre el cuarto informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Desde luego, unos están a favor y otros en contra. Por lo tanto, en lo personal propongo, a contrapelo, el análisis del estilo personal de gobernar de AMLO, así como su discurso político desde el enfoque de la ciencia política. Veamos...

AMLO arribó al poder enarbolando un proyecto político-ideológico denominado Cuarta Transformación, su plataforma fue el partido político Morena. En la competencia electoral, la mayoría de los ciudadanos votaron por esta opción en 2018. El triunfo fue legítimo y nadie de los partidos competidores dudaron del gane. Con esto, a nadie debía sorprender, mucho menos a la hoy oposición, de lo que vendría con un gobierno distinto a los conocidos en sexenios anteriores. Después de cuatro años, la oposición es la única responsable de sus acciones políticas, nadie más. La primera regla ante una derrota es analizar profundamente por qué se perdió en las urnas para, posteriormente, corregir fallas o, en su defecto, crear otro proyecto político-ideológico capaz de conectar con los ciudadanos nuevamente y retar de manera objetiva a la 4T con el objeto de recuperar el poder. Así es el recurso del método de toda democracia.

AMLO, en primer lugar, a partir de sus principios, ideales y acciones ha definido un estilo personal de gobernar donde la punta de lanza es su “discurso” que coincide con el “discurso de la población pobre” de este país. En segundo lugar, no se limita a la retórica y, de su discurso, se desprenden programas sociales que si bien no benefician a la totalidad de la población es un indicador de su proyecto político: “Primero los pobres”. En tercer lugar, propone una cultura política basada en el reencuentro con el nacionalismo, en clara confrontación con el neoliberalismo, y, en concreto, recurre a la historia de México, como modelo de significación, dotando de identidad patriótica a los pobres e incorporándolos como parte activa de su proyecto ideológico. En cuarto lugar, el sustento político está en el combate a la corrupción. Se crea así un andamiaje político sólido. Los ciudadanos no solo escuchan al presidente de la república, también lo entienden, lo comprenden, le creen y le otorgan la confianza. Con lo mencionado, AMLO reúne las tres virtudes de un líder político a saber: poder, carisma y legitimidad.

Cuando AMLO tomó posesión en 2018, se propuso cambiar el régimen político, una pandemia lo impidió; sin embargo, le trajo beneficios al desdibujarse el mundo y, al mismo tiempo, deteriorarse el modelo económico mundial imperante hasta ese momento. La pandemia expandió el espectro de la crisis del desempleo y del hambre en muchos países sin descartar el debilitamiento de los viejos liderazgos y, desde luego, aceleró la descomposición de gran parte de los partidos políticos del mundo y sus proyectos.

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