Dicen por ahí que renovarse o morir es una ley que todos debemos cumplir, pero en el tema de los toros esta premisa para nada es cierta.
Y es que las “nuevas generaciones” de toreros empiezan a dar de que hablar no por su toreo si no por sus percepciones de la fiesta que a veces lucen, pero a veces solo molestan e incomodan a un universo taurino que cuida celosamente las tradiciones dentro del enigma de la fiesta brava.
El pasado fin de semana en el serial novilleril de la plaza de toros Nuevo Progreso en Guadalajara se presentó el ecuatoriano Juan Palacios El Pantera, quien ha venido empujando y siendo quienes más torean a nivel nacional, preparándose para ser un torero de renombre. Pero, ¿qué pasó con él? Al novillero se le ocurrió una manera diferente de colocar las banderillas a su astado, el cual consistió en brincar sobre el toro abriendo las piernas y colocando un par de manera vistosa pero poco tradicional.
Los comentarios de inmediato salieron en X (antes Twitter) mucho alabando al novillero, otros más en su mayoría, molestándose por atreverse a hacer algo nuevo y hasta denigrar la fiesta al nivel de un circo.
La línea es muy delgada con los jóvenes toreros, quienes quieren llamar la atención realizando suertes antiguas con El Don Tancredo, recreado por el yucateco Jusef Medina y ahora esta suerte realizada por El Pantera. Todos los toreros tienen que madurar, llamar la atención por su entrega, arrojo y sobre todo por su valor y torería, las florituras puedes ser espejismos que solo ellos se creen.
En mi punto de vista, es necesario que se hagan este tipo de suertes, pero que siempre sea respetando al toro y al público. De otra manera corremos el riesgo que salgan payasos de rodeo en una fiesta que tiene tantos años cuidando la tradición oral de nuestros antepasados. ¿ustedes qué opinan?