En verdad que hay momentos en que podemos llegar al punto de decir: ¡no sé en qué me metí! Cada vez que buscamos cambiar algo en nuestras vidas nos vamos a encontrar con cierta resistencia natural tanto del medio que nos rodea como de nosotros mismos. No te sorprendas; todo cambio implica movimiento y esto puede llegar a ser incluso algo incómodo tanto para ti como para el lugar en donde te desenvuelves. Particularmente debo decir que después de algún tiempo te vas acostumbrando a ello de manera que los reveses influyen lo menos posible tanto en el ánimo como en la decisión de seguir adelante.
Cada vez que emprendemos algo nuevo encontraremos opiniones adversas (aunque no las pidamos) u obstáculos de diferentes clases. Sin embargo poco a poco vamos entendiendo que esto es parte del show y es un extra a la experiencia de emprender. Claro que al principio de nuestra aventura; todos esperamos ver y sentir un poco de apoyo ¿o no? La razón de esta necesidad emocional es simple: generalmente no sabemos a ciencia cierta qué terrenos estamos pisando.
Algunos caminamos sendas que nadie se ha atrevido a recorrer y en la cual muchos quieren que te pierdas. Aunque hayamos desarrollado todo un plan de acción “infalible”, por lo general los primeros pasos van a ser sumamente difíciles y te comento que vas a recibir menos apoyo y comprensión del que pudieras esperar. Pero es aquí donde entra el poder de tener claro el objetivo y la visión. Mientras tú estés convencido de lo que estás haciendo, aprendas a identificar esta etapa inicial y no cedas terreno, seguramente llegaras más lejos.
Todos tenemos temores y a pocos les agradan los valientes; así que no te sorprendas ante la adversidad. Recuerda que algo importante en ti se está rompiendo con el objetivo de lograr algo mejor. La mayor parte de la gente, se siente víctima de su medio y ante los primeros síntomas de resistencia se deja vencer y tiene la justificación perfecta para decir: “al menos hice el intento, pero nadie me apoyó”. ¿Qué pasa si renuncias? Pues la verdad no pasa nada, pero puede que dentro de ti se pierda una gran oportunidad de conquistar algún sueño.
Las caídas duelen, no puedo decir que no. Cuando experimentas una derrota todo tu ser entra en una especie de shock emocional. Sin embargo en ti está la decisión de estancarte ahí y sucumbir ante la crítica o decidir seguir adelante. Nadie va a tomar esa decisión por ti, esa determinación debe nacer directamente de tu Espíritu. En la vida no podemos culpar a nadie, mientras más rápido lo entendamos; mayor libertad tendremos de tomar responsabilidad de nuestra vida.
Todo inicio, todo cambio, todo nacimiento trae un dolor añadido. Si no lo crees, nada más pregunten a sus mamás lo que sintieron cuando estaban por darte vida. El dolor sólo era soportable por el hecho de verte nacer. El dolor implícito en seguir adelante cuando sientes que tu cuerpo y tu mente no pueden dar un paso más es lo que hará la diferencia. Resiste con gusto el precio de lograr lo que sueñas. Aquello que vale la pena lleva tiempo, y tiene un proceso particular; que esto no se te olvide.
En la vida aprendí que no se me van a exigir calificaciones como tales. Pero si me va a exigir carácter, temple, principios, constancia y amor a lo que hago. Que un pequeño bache no te haga perder el rumbo. ¡No hay más! A limpiar las heridas y seguir adelante. Con cada obstáculo que libras tu Espíritu y tu fe se fortalecen.No te desanimes ante nada. ¡Yo también creo que lo puedes lograr!
Recuerda también Dios responde a la fe, así que no temas cuando el obstáculo sea grande, tienes un Dios mucho más grande que cualquier situación. Confía en Él, pon en Sus manos tu esfuerzo y aún tu sentir y te sanará y te dará la fuerza, la sabiduría, la estrategia y la confianza para ver realizado tu sueño.
Prepárate para lo grande; no dejes de emprender y sobre todo ¡NO TE RINDAS!