A unas semanas de cumplir el primer año de mandato de Claudia Sheinbaum como presidenta de México surgen varias preguntas del devenir de la política mexicana. Por un lado, si bien la actual mandataria se apoyó de su antecesor para obtener el respaldo del morenista, continuando así el legado lopezobradorista, podría desmarcarse poco a poco para construir su propio camino. Por otro lado, un tema que se mantiene en discusión es si las fuerzas de oposición podrán hacerle frente al partido oficialista de cara a las siguientes elecciones.
En torno al primer punto, Sheinbaum goza de una alta aprobación hoy en día. Mucho tiene que ver el respaldo que le ha conferido su mentor Andrés Manuel López Obrador, quien la impulsó en el contexto de los comicios de 2024 para obtener el apoyo morenista y, por consiguiente, convertirse en la presidenta de México. Ella siempre ha señalado que el tabasqueño es una persona confiable que ha hecho mucho bien al país, por lo que claramente hay un vínculo de respeto y pleitesía hacia él.
En sus primeros meses como presidenta del país, Sheinbaum ha cambiado algunas políticas que su antecesor estableció. Es común que suceda eso en transiciones de poder, pero, a pesar de lo erráticas que eran las anteriores políticas, la mandataria nunca ha manifestado descontento, rechazo o condena, simplemente se mantuvo al margen en las declaraciones. En eso y en otros momentos se ha notado, por consecuencia, lo cercana que sigue de López Obrador y lo difícil que sería criticar al anterior sexenio. Entonces, la pregunta que surge es si en algún momento la inquilina de Palacio Nacional se emancipará políticamente hablando o si mantendrá la línea con su mentor. El llamado “segundo piso de la 4T” se está fraguando con Sheinbaum, pero quién realmente está liderando su construcción.
Por otro lado, mientas Sheinbaum calcula en qué momento desmarcarse de López Obrador –si es que eso logra ocurrir–, sus competidores siguen reorganizándose como pueden para intentar hacerle frente a Morena en toda la República Mexicana. Es cierto que el descontento general hacia el partido oficialista ha crecido, pero por lo que notamos en los comicios de 2024, o no es suficiente, o parece que a pesar de todo los liderazgos de las fuerzas de oposición no convencen lo necesario como para realmente competir contra el partido guinda.
Hay tiempo aún. Apenas se cumplirá el primer año del segundo sexenio morenista en el Gobierno Federal, faltando otros cuatro años y medio para sostener otras elecciones presidenciales. En menos de dos años se realizarán “elecciones de medio periodo” y no se observa aún que las fuerzas de oposición hayan alcanzado un avance oportuno desde 2024 para competir con Morena.