La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América (EUA) ha generado diversos cambios internos y externos. Estos últimos han incidido en varios aspectos de las relaciones internacionales y han afectado incluso a muchos de sus aliados más cercanos. ¿Cómo impacta lo anterior en la relación con México y Canadá, dos de sus socios más importantes?

Mucho se ha mencionado de lo diferente que ha sido este segundo periodo gubernamental de Trump. Por un lado, ha logrado atender algunas cuestiones domésticas, o al menos así lo han apreciado muchos de sus seguidores. Pero, por otro lado, muy diferente, muchos coinciden en que ha marcado un antes y un después en la política exterior del país de las barras y las estrellas, que ha sido catalogada por decenas de analistas como disruptiva y sumamente agresiva.

La relación que ha adoptado Washington con sus aliados ha sido, cuanto menos, accidentada. Trump ha sido muy poco cauto y para nada elegante o diplomático con sus socios estratégicos, llámense México y Canadá. Su política de amedrentar y luego negociar, aplicada de antaño por el mandatario republicano, le ha costado mucho en la imagen, prestigio y confianza depositada en los EUA.

Así, las interacciones del presidente estadounidense con sus contrapartes mexicana y canadiense se han visto envueltas de clara intención de humillar y causar caos para luego sacar dividendos de las posibles concesiones que le otorguen sus similares. Consecuentemente, las partes involucradas y afectadas en esta dinámica deben reaccionar para no caer en las trampas que vienen de la Casa Blanca.

Cuando se habla de América del Norte, es común que se dialogue en torno a la integración regional. Los tres países que conforman esta magna zona, México, EUA y Canadá, son fuertes en el continente y en el mundo, y ciertamente han logrado colaborar de manera puntual entre sí para generar un bloque tripartita que ha sabido competir con otros, como la Unión Europea, e incluso con estados de gran talla mundial, como China e India, en recientes momentos.

Pero dadas las circunstancias que ha provocado Washington con la llegada de Trump, valdría mucho la pena que la Ciudad de México y Ottawa se involucraran más para fortalecer su relación bilateral y depender de menor manera de su vecino mutuo. Ya la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el primer ministro canadiense, Mark Carney, han dialogado en torno a una mejor y mayor interacción mutua, lo cual es un acierto. Sin embargo, es de la más alta relevancia no descuidar la cooperación entre ambas naciones, sobre todo si se espera dejar de depender tanto de los EUA.

Hay muchas oportunidades de colaboración entre ambos países. Entre ellas la comercial y la educativa sin duda son las más atractivas. Por un lado, restaría la dependencia de los productos y servicios estadounidenses, y, por otro, ayudaría a fortalecer la interacción multicultural y la cooperación educativa, científica y técnica en las dos sociedades norteamericanas. Es cierto que EUA con Trump es disruptivo y que ha causado mucho caos, pero es mejor identificar este momento como una oportunidad de cambio para robustecer otras relaciones significativas ya existentes para México y Canadá.

@NielsRosasV (X)

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