El sábado se efectuó la primera gran protesta ciudadana en lo que va del sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum. Si bien, la marcha no buscaba deslegitimar per se el gobierno de la mandataria sí albergaba la intención de manifestar el descontento de la población en una variedad de temas que no han sido resueltos a pesar de las buenas intenciones morenistas de los últimos años. ¿Qué impacto tiene este suceso para la política mexicana?
La marcha del sábado en la CDMX, y que tuvo ecos en varias partes de la República Mexicana, fue icónica. En primera instancia, mucho se ha mencionado en torno a que fue una protesta convocada por la ciudadanía ante las fallas que los gobiernos han tenido en determinados asuntos, siendo el principal la violencia que azota al país en su largo y ancho del territorio.
Hoy en día, lamentablemente, no hay espacio de México que no se libre de la violencia. La inseguridad sigue siendo uno de los temas, sino el principal, al que la población mexicana considera que el gobierno debe atender de manera prioritaria, sin embargo, poco se ha hecho con respecto a tal situación. Es claro que no es un problema mayúsculo que no puede ni debería ser atribuible de manera exclusiva al sexenio en curso, no obstante, también es suficientemente evidente que la actual administración federal no está haciendo mucho para poder contrarrestar este mal que tanto ha aquejado al país.
En este panorama resalta los recientes acontecimientos de asesinatos en el territorio nacional, como el alcalde de Uruapan, quien se ha convertido en el séptimo edil privado de su vida en lo que va del año. A cualquiera fuera de México este dato le habría impactado, pero lo triste y lamentable es que se ha vuelto un tema cotidiano en la política mexicana y eso es algo que, como sociedad, debemos combatir. No se puede, en ninguna circunstancia, validar ni normalizar la violencia. Es cierto que cada día hay noticias relacionadas a la inseguridad en el país, pero lo peor que podemos hacer es darla por hecho sin protestar, como si fuera un acontecimiento mundano.
De hacerlo, se configuraría un nuevo patrón de comportamiento en la sociedad, llevándonos a mayor grado de violencia y, por consecuencia, mayor grado de impunidad, puesto que será mucho más fácil para las instancias gubernamentales no involucrarse más en un tema delicado al que la ciudadanía le ha perdido interés. Así, el clima social se agravaría a un ponto de difícil retorno, por lo que es de suma importancia condenar cualquier forma de violencia y exigir al gobierno tomar cartas sobre el asunto de una vez por todas.
En paralelo, si bien esta marcha, con sus múltiples protestas, es ciudadana, puede fungir como combustible para futuras manifestaciones en contra de la negligencia del gobierno en turno en una variedad de asuntos que la sociedad considere adecuado señalar. Sin duda, es un ejercicio de democracia que no debemos dejar a un lado, sino al contrario, deberá ser impulsado, puesto que representa nuestra voz ante el panorama delicado por el que atravesamos como país. Más protestas como esta y más participación ciudadana es la que se necesita para poder hacer cambios en nuestro México. Ojalá en estos años venideros, se sumen más ciudadanas y ciudadanos con el ánimo de protestar y señalar lo que está mal en nuestro país.
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (X)