Niels Rosas Valdez

Opinión. Política ambivalente

México podría “estirar la liga” y beneficiarse del contacto que tenga con ambos bloques (G7 y BRICS)

Tras la participación de Claudia Sheinbaum en la cumbre del G7 a invitación del anfitrión, el primer ministro canadiense Mark Carney; llegó a Palacio Nacional una subsecuente comunicación. Se trata de la cumbre de los BRICS, cuyo organizador, Luiz Inácio Lula da Silva, decidió invitar a su similar mexicana. ¿Qué importancia trae consigo la participación de México en este foro internacional?

El G7 es un foro en el que participan las siete economías occidentales más fuertes del globo. Por varios años, fue el grupo que dominó la toma de decisiones políticas y económicas en el orbe. Sin embargo, hoy en día, su influencia está siendo retada por varias economías emergentes, entre ellas las de los BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

El origen del G7 data de principios de los años 70, por lo que ha cumplido ya poco más de medio siglo. En cambio, los BRICS apenas llevan poco menos de 20 años, por lo que es un grupo relativamente nuevo en comparación a su similar occidental. No obstante, si bien los llamados “ladrillos” llevan poco tiempo de existencia, han logrado configurarse como un cúmulo de naciones que ha logrado competir con las economías más fuertes del mundo.

Ciertamente el ascenso de los BRICS se ha empalmado con un declive, o al menos un estancamiento relativo, de las economías occidentales, lo que permite que su relevancia en el escenario internacional sea evidente y capture las miradas de los demás países del globo para involucrarse más con ellos. Y esa es justamente la intención de los “ladrillos” con la invitación que emitieron hacia México –y una veintena de naciones y organizaciones intergubernamentales– para participar en la cumbre que fue celebrada en Río de Janeiro, Brasil, del 6 y 7 de julio.

Tanto el G7 como los BRICS comprenden que estamos viviendo momentos cruciales en el mundo que determinarán el curso y el dominio en el escenario internacional. Por ende, las invitaciones que realizan a actores clave juegan un papel muy importante para determinar las alianzas y lealtades que se puedan configurar para acrecentar y solidificar los bloques, permitiendo una mayor influencia y control en el globo.

En el caso de México, existe un debate en torno a si debería aprovechar la apertura e involucrarse más con las demás economías occidentales fuertes y de dominio longevo, pero también se presenta la coyuntura de poder interactuar más con las varias economías emergentes, siendo un par de ellas titanes regionales, como es el caso de China e India, quienes rivalizan –una más que otra por ahora– con la actual potencia económica mundial.

Por ende, ¿qué debería hacer nuestro país? Quizá en otros momentos la respuesta fácil sea involucrarse más con el G7, pero hoy en día, con los cambios que se han presentado en el mundo en los últimos años y con las proyecciones que se tienen para el siguiente par de décadas, resultaría más conveniente mantener una postura ambivalente con el grupo de las economías occidentales y los BRICS.

Todavía no hay necesidad de definir su alianza y lealtad, por lo que México podría “estirar la liga” y beneficiarse del contacto que tenga con ambos bloques. Así, podría sacar dividendos de la interacción política y de la diversificación de socios comerciales, algo que le urge conseguir a nuestro país para evitar ser extorsionado irónicamente por su aliado más cercano.

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