Samuel García anunció que retomará sus funciones como gobernador de Nuevo León, abandonando la carrera por la Presidencia de México. Resulta una interesante acción por parte del joven político. ¿Cuál es el efecto que tiene esto para Movimiento Ciudadano (MC)? ¿Qué implicaciones tiene esto para las elecciones presidenciales del próximo año?

La carrera presidencial es algo que se viene configurando desde hace meses con mayor solidez. Poco a poco vimos cómo se han integrado nuevas figuras a la contienda. Primero con Claudia Sheinbaum, de Morena; luego con Eduardo Verástegui, como candidato independiente; poco después con Xóchitl Gálvez, como rostro de la coalición opositora Frente Amplio por México y, finalmente, García, como el abanderado del partido naranja tras el anuncio de Marcelo Ebrard de permanecer en la 4T.

Ante el ascenso de Morena en los últimos años, mucho se habló acerca de si era oportuno que MC se integrara a la coalición opositora, o que participara de forma individual en estos comicios tan importantes para el país. Por meses la especulación creció en torno a la designación de la candidatura del partido naranja, misma que se alimentó de la posibilidad de que Ebrard se integrara. Sin embargo, cuando anunciaron a García, no sólo la incertidumbre se evaporó, sino que respondió a la intriga de si el partido participaría o no en las elecciones de 2024.

Eso tuvo implicaciones significativas para la política mexicana. Con una tercera candidatura de peso —sin ofender a otros participantes— de cara a los comicios presidenciales, los movimientos en las preferencias electorales comenzarían a tener más cabida en los análisis hacia la opinión pública. En la boleta, García obtendría el sufragio de sus simpatizantes de MC, pero también acapararía votos de otros electores, quitándoles apoyo a Sheinbaum de Morena y a Gálvez del Frente Amplio por México.

No obstante, más allá del espectro político en el que se encuentra el partido naranja, que sería más cercano a la izquierda, al identificarse como fuerza opositora, quizá las personas que no apoyarían a Morena, o en su caso a Sheinbaum, estarían votando por dicha agrupación política, restando soporte para Gálvez en los comicios. En tal escenario, el voto se dividiría en favor al partido oficialista y en contra de la oposición en general, sea MC o el Frente Amplio por México.

La participación de García habría garantizado apoyo de su base naranja, pero siendo realistas, habría sido insuficiente para vencer en las elecciones presidenciales a Morena, que mantiene un elevado porcentaje en las preferencias electorales hoy en día. Es decir, aun si hubiese participado, habría sido difícil que MC destronara al partido oficialista, que es el objetivo de la oposición. Así, el abandono del candidato regio permite fortalecer las posibilidades de soporte hacia Gálvez, quien tiene más peso para competir contra Sheinbaum y Morena.

Para MC puede resultar un duro golpe, puesto que pierde exposición y competencia en unas elecciones de la más alta relevancia. Sin embargo, no participar significa también no desgastarse en la pelea contra dos titanes. No por no participar, el partido naranja deja de ser la tercera vía de México, por ahora nadie le quita eso, pero debe concentrarse en seguir creciendo y fortalecerse para los comicios del siguiente sexenio de cara a 2030

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