Luego de las victorias apabullantes de Morena en los comicios de los últimos años, se ha dicho en repetidas ocasiones que volverá a vencer en las elecciones presidenciales de 2024 sin importar las candidaturas a las que se enfrente. Pero quizá ahora el panorama no sea tan certero. ¿Cómo se aprecia el escenario en la actualidad?
Tras varios meses de especulación, los procesos de elección de los partidos políticos para sus candidaturas presidenciales se han encaminado en las pasadas semanas. Hoy en día, tanto Morena, como la oposición, han comenzado a validar la competencia interna en sus respectivos espacios, misma que se espera que concluya en las siguientes cuatro a seis semanas. Como está la situación, no se espera que encontremos sorpresas.
Por Morena, sabemos que la competencia se centra en cuatro figuras políticas que iniciaron su competencia hace unas semanas, con diferentes resultados. A pesar de la cantidad de competidores, es probable que la candidatura se la quede Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard; en la oposición ha habido un desencantamiento de muchos políticos con respecto al proceso de selección, incluso lo han criticado con severidad.
A pesar de ello, la oposición ha podido empujar la candidatura de Xóchitl Gálvez para competir contra Morena en 2024. Su incorporación como potencial candidata de la oposición le ha provisto de picor a la competencia, sobre todo a raíz del buen recibimiento que ha experimentado la panista en los últimos días, mismo que ha sido mucho mejor que el que han tenido candidatos como Santiago Creel u otros que desde temprano se bajaron de la contienda.
Por ende, es importante preguntarse: ¿se quedará Gálvez con la candidatura de la oposición? Y, en todo caso, ¿es el mejor perfil para competir contra Morena? En ambas preguntas la respuesta parece ser afirmativa. No se ve a otra figura política en la oposición que cuente tanto con el respaldo de los partidos políticos, como con el aprecio de los electores. Puede que haya quienes aseguren un elemento de estos, pero difícilmente los dos. Es por ello que se conciba a la senadora como la candidata que competirá con Morena en la carrera presidencial.
Tal situación ha generado un efecto en las fuerzas de oposición, que pueden analizar el panorama y entregar todo su apoyo a Gálvez. Sin embargo, el resultado también impacta a Morena, cuyos precandidatos ven a la panista como la figura a vencer de los partidos rivales, sobre todo por la reacción positiva de su potencial candidatura y el apoyo masivo que ha recibido en los últimos días.
Esto ha conllevado a que Ebrard, por ejemplo, proponga un debate contra Gálvez con la esperanza de que pueda conseguir utilidades del cotejo y que eso le ayude en su aspiración como el candidato de Morena, además de enfrentarse directamente con antelación con quien sería su rival en las elecciones del siguiente año. Por parte de Sheinbaum, en múltiples ocasiones se ha pensado en que, de ser elegida candidata del partido oficialista, significaría la primera vez en la historia en la que participarían dos mujeres como candidatas principales en la contienda presidencial. De una manera u otra, la exposición es evidente y clave para la candidata de oposición.