Hace unos días hemos conocido la noticia de que el exgobernador priista de Hidalgo, Omar Fayad, ha sido propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, como embajador de México en Noruega. El movimiento ha sido motivo de mucha controversia por una variedad de razones. ¿Cómo impacta esto en la política de la denominada 4T y en el Estado mexicano?

Luego de que López Obrador propusiera a Fayad para ser el nuevo embajador de México en Noruega, una lluvia de críticas apareció sobre Morena, la llamada 4T y el mandatario tabasqueño. No es para menos. Lastimosamente, el Servicio Exterior Mexicano (SEM) ha sido una de las monedas de pago del Presidente para regresar favores a personas clave que han apoyado de una u otra manera el avance del morenismo en el país.

El SEM es una de las pocas instituciones en el país que son transexenales, es decir, que la mayoría de sus integrantes no suelen ser despojados de su cargo tras un cambio de gobierno, como es común en otras dependencias gubernamentales. Una de las razones por las que sucede lo anterior es el trabajo tan especializado que realizan para el país, esto es, la elaboración, aplicación y análisis de la política exterior de México, así como de sostener canales diplomáticos para mantener relaciones apropiadas con el mundo. Por lo anterior, no es una labor que pueda realizar cualquier persona, a pesar de sus sólidos vínculos políticos.

Fayad no es la primera persona en la actual administración federal que, de la nada, sin ninguna experiencia en el SEM, ha sido considerada para ostentar un cargo diplomático de México en algún país, ya sea en una embajada o consulado. Él se integra a una lista protagonizada por Quirino Ordaz, exgobernador de Sinaloa; Claudia Pavlovich, exgobernadora de Sonora; Carlos Miguel Aysa, exgobernador de Campeche, y Carlos Joaquín González, exgobernador de Quintana Roo.

Es curioso que todos en la lista hayan liderado el último gobierno priista o panista antes del cambio hacia Morena y que hoy en día sean embajadores o cónsules. También varios de ellos abandonaron su partido tras la transición política, algunos no cuentan con militancia actual, pero tras lo visto, nada los eximiría de que eventualmente se integren a las filas morenistas.

Por otro lado, también es curioso que estos políticos con pasado inmediato priista y panista hayan sido seleccionados para ser parte del SEM bajo la función de embajadores o cónsules. Casi todo el tiempo, en su cargo como Presidente e incluso desde antes, López Obrador ha repetido que el PRI y el PAN son dos grupos políticos con carencia moral, repletos de la “mafia del poder” y que mucho daño le han hecho al país; siendo esta narrativa una de las bases discursivas de su movimiento morenista.

Sin embargo, eso no le impidió seleccionar, sobre todo, a varios políticos priistas para ocupar puestos clave para la diplomacia y representación de México en el mundo, así como para defender, según lo ha mencionado en repetidas ocasiones, los intereses del pueblo mexicano fuera de sus fronteras. El partido tricolor era “malo”, así lo aseguró López Obrador a sus votantes, pero quizá no es tan “malo” si le sirve a sus intereses y a los de la 4T. No es necesario estudiar años y hacer carrera en el SEM, basta con ser del PRI y hacerle un favor al mandatario para obtener un cargo diplomático.

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