No sorprende. Luego de varias semanas de precampaña y muchos meses de especulación, hoy sabemos con certeza que la candidatura de Morena a la Presidencia de México en 2024 se la quedó Claudia Sheinbaum. Era cuestión de tiempo para que fuese oficial, mero trámite para el partido oficialista y sus líderes, encabezados por Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué implicaciones tiene esto para la política mexicana?

Sin duda, es importante conocer a quienes protagonizarán la carrera presidencial en 2024. Se manejaron muchos nombres desde el inicio del sexenio en 2018, pero al paso del tiempo, muchos nombres se borraron de la lista, otros se incluyeron y otros más nunca desaparecieron. Del segundo rubro podemos citar a Xóchitl Gálvez, quien representará a la oposición; y del tercer grupo, justamente se pueden nombrar a Sheinbaum y a Marcelo Ebrard.

La competencia en Morena para determinar su candidatura a la Presidencia nos mantuvo al pendiente de las declaraciones de sus participantes, pero se tenía claro que la pelea se concentraba en dos figuras. A pesar de ello, por mucho tiempo, incluso antes de la precampaña morenista, se identificaba un evidente apoyo del mandatario hacia Sheinbaum. Al final, ese respaldo se apreció en la elección interna del partido oficialista en la que, sin transparencia y con irregularidades, se eligió a la candidata que hoy está en boca de todos.

Para la política de México esto genera varios resultados. El primero es la validación, de nueva cuenta, de que la práctica del presidencialismo no se ha erradicado. Sería absurdo pensar que se ha eliminado sólo porque el Presidente lo dice. Por ende, no es para nada sorprendente el resultado de la “elección interna” en Morena, al contrario, eso era lo que se esperaba desde hace años, sólo era cuestión de tiempo.

A diferencia del primero, el segundo resultado es apremiante. El hecho de que Gálvez y Sheinbaum se conviertan en candidatas presidenciales indica una mayor participación de las mujeres en la política del país en un nivel muy elevado. A menos que pase algo extraordinario, este escenario señala que muy probablemente quien le suceda a López Obrador será una mujer, la primera Jefa de Estado en nuestra historia. Sin duda, sería un hito y un avance sustancial en la sociedad mexicana. Hay que recordarlo, sólo seis mujeres antes que ellas habían participado en una contienda de este calibre, a saber: Margarita Zavala, Josefina Vázquez Mota, Patricia Mercado, Cecilia Soto, Marcela Lombardo y Rosario Ibarra de Piedra.

Finalmente, el tercer resultado es la posición de Ebrard. Él mismo lo resumió diciendo que en Morena no había espacio para él. Y es cierto. Claro que tuvo la posibilidad de participar en el gobierno federal en una posición destacada, pero en el partido, al menos por ahora, no existe una oportunidad de trabajo que empate a sus anhelos y a su aspiración política. Quién sabe si esa posibilidad le llegará en seis años, pues parece que el camino tomará otro rumbo lejano a él.

Por ende, debe tomar una decisión. Mencionó que se convocaría a una asamblea para revisar el caso y emitiría su respuesta el lunes. ¿Cuál será el resultado?: ¿Negociará con el partido? ¿Tomará una pausa en la política? O bien, ¿cerrará el ciclo y se unirá a la oposición? No parece haber otras opciones en el horizonte para el excanciller y longevo aliado de López Obrador.

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