Las elecciones judiciales de hace unos días muestran varios tonos. Mientras que son vitoreadas por el oficialismo, levanta enormes sospechas de cómo operará el Poder Judicial a partir de ahora y la legitimidad de la que será objeto. ¿Qué impactos tuvieron estos comicios para México?
Fue uno de los centros de atención por parte del anterior presidente, Andrés Manuel López Obrador. Desde el inicio de su administración fomentó la idea de que elegir a través del voto popular a los miembros del Poder Judicial era una sana idea para la democracia del país. Así fue como muchas personas recibieron la propuesta del entonces mandatario, quienes apoyaron a capa y espada las ideas de su líder moral.
Pero de la misma manera, muchos otros en el país rechazaron la propuesta del tabasqueño al no ser coherente con la necesidad de la democracia y la naturaleza de los puestos que serían elegidos a través del voto popular. Así, manifestaciones se realizaron al paso de los años, pero López Obrador lo tenía muy bien calculado al impulsar la aprobación de su iniciativa en el ocaso de su administración.
Ahora, tras las elecciones que le tocaron a la nueva administración, la presidenta Claudia Sheinbaum ha vitoreado este ejercicio del voto popular para elegir a magistrados, ministros y jueces del Poder Judicial, celebrando como pocas veces se ha visto a un político morenista. Dentro de su narrativa apuntó que en la jornada electoral se registraron más votos que los que en 2024 obtuvieron el PAN y el PRI en los comicios por la presidencia del país.
Vaya consuelo. Pero esa es la única manera en la que el oficialismo pudo intentar disolver la tensión y carencia de legitimidad en las que evidentemente se enmarcaban las elecciones judiciales a causa de la limitada participación ciudadana. Alrededor de 13% del padrón electoral fue el que emitió su sufragio, sellando con ello su visión, postura y concepción de lo que significaban estas elecciones, mandando un mensaje poderoso al gobierno federal y al morenismo: los ciudadanos no confían en esta reforma generada por López Obrador y ejecutada en la administración de Sheinbaum.
Es claro. ¿Dónde están los varios millones de votos que beneficiaron a la actual Presidenta en 2024, quien fue mostrada como su sucesora por el mismo López Obrador? No, una gran parte de la población mexicana no estuvo de acuerdo con este resultado que ha provocado Morena y los números son nítidos para ilustrarlo.
Pero Morena ha conseguido su cometido. Ahora el poder, todo el poder, se concentra en el partido oficialista: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y, ahora, el Poder Judicial. ¿Dónde están los contrapesos que permiten funcionar la democracia? ¿Qué tan independiente será el Poder Judicial? ¿Realmente gozará de autonomía? ¿En qué país que se conciba como democrático es apropiada la concentración de todo el poder?
Pues para el partido en el gobierno, las elecciones fueron un éxito y fueron lo que necesitaba la democracia mexicana. Es simplemente un mundo alternativo, uno en donde la jerarquía se impondrá y los balances de poder se eliminarán poco a poco, como ha estado pasando con instituciones autónomas que desaparecen y poderes que se combinan en uno solo. Ese es el panorama que muchos ven ahora de México.