La semana pasada, la presidenta Claudia Sheinbaum recibió en una visita de Estado de dos días al primer ministro de Canadá, Mark Carney. Fue una visita de gran importancia para la relación bilateral entre ambas naciones, pero también para fortalecer la integración en América del Norte. ¿Cómo se observa esta visita y qué impactos tiene para la Ciudad de México y Ottawa?
El 18 y 19 de septiembre, el primer ministro Carney visitó suelo mexicano para dialogar con la mandataria Sheinbaum en torno a una serie de colaboraciones entre ambos gobiernos en materia de inversión, comercio, seguridad y energía. De acuerdo con las declaraciones oficiales en conjunto, los temas a atender brindarían prosperidad a la región norte del continente americano.
Un primer punto que resalta en esta visita es la duración. Normalmente, este tipo de reuniones se generan en una sola jornada en la que las partes involucradas dialogan todo lo posible en la orden del día para luego finalizar la visita y continuar con sus compromisos de la agenda. En este caso, la participación de Carney en México fue dos días, lo que muestra un interés de abarcar más temas y profundizar en ellos, además de que permite un involucramiento mayor entre ambos líderes, lo que puede resultar en una mejora de la relación bilateral actual.
En este sentido, es ineludible señalar que la relación entre Sheinbaum y Carney ha sido cordial y sólida hasta ahora, a pesar de lo poco que lleva el primer ministro en oficio. Basta recordar que en la más reciente reunión del G7, en la que interactúan las economías más fuertes del mundo occidental, el líder canadiense invitó a México a participar, junto con otros algunos países, para involucrarse en las propuestas y toma de decisiones que agentes como Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos de América, Japón, la Unión Europea y el mismo Canadá realizan para moldear una agenda internacional acorde a su visión e intereses.
Lo anterior es sumamente importante, puesto que se generó en un momento de altas tensiones entre el G7 –y el mundo– con EU por los aranceles tan severos y sin sentido que han sido impuestos por Donald Trump, tanto a enemigos, rivales y hasta a sus mismos aliados, incluidos los del T-MEC. Este contexto ayuda a comprender la necesidad de México y Canadá por acelerar y mejorar su interacción bilateral en múltiples aristas como estrategia para fortalecerse y resistir las ocurrencias del presidente estadounidense.
México y EU han construido una relación bilateral sólida que lleva más de dos siglos en activo. Para el caso del primero, depende mucho de su interacción con el segundo, por lo que la agenda política de Trump ha marcado serias complicaciones en la dinámica entre Palacio Nacional y la Casa Blanca. Por ende, eso impulsa a que nuestro país empiece a diversificar sus relaciones y a fortalecer otras, como puede ser el caso de Canadá.
Es cierto que EU es de suma importancia para México, pero no es el único. Canadá también es un actor de peso y ahora presenta la necesidad de protegerse del presidente estadounidense. Así, Sheinbaum puede aprovechar la situación y conducir una relación más estrecha con Carney, generando utilidades mutuas y sin descuidar el preciado acuerdo comercial y de integración que los une y que Trump se empeña tanto en desestimar: el T-MEC.
@NielsRosasV (X)