Pareciera que el panorama político en México se ha congelado desde hace tiempo. Con las numerosas y constantes victorias de Morena en el país al paso de la última década, los demás grupos políticos no han podido hacerle frente al ahora partido oficialista. Así, el movimiento de la autodenominada 4T se ha configurado como el dominante en la política mexicana, gozando de vía libre ante una carente oposición.
Con Andrés Manuel López Obrador al mando, Morena llegó a la cima de la política de México y supo impulsar los liderazgos para hacerse del control de hasta dos docenas de entidades federativas, una cifra que no había sido lograda por un partido político desde el priismo del siglo XX. Con esa fortaleza y la narrativa poderosa del tabasqueño, el partido guinda se estableció como el gran rival a vencer, destronando a los partidos más longevos del país, pero también generando un efecto de reducción de opciones reales para votar por parte del electorado.
El poderoso y cautivador discurso morenista se basó en la falta de legitimidad de justamente los partidos mencionados a raíz de sus múltiples escándalos de corrupción, impunidad y negligencia en las cámaras alta y baja del Poder Legislativo federal, así como en sus gobiernos a nivel federal, estatal y municipal al paso de los años. Como consecuencia, el electorado mexicano se quedó con muy pocas opciones para votar, encasillándose prácticamente en Morena.
Hoy en día, si bien las fuerzas de oposición política han reaccionado ante el dominio morenista, lo cierto es que la respuesta ha sido tardía y sin mucho éxito qué contar, dejando un terreno muy cómodo de operación para el partido oficialista tanto a nivel federal, como estatal y local. El PAN, por ejemplo, ha retomado con mucho ímpetu su proyecto de recuperar espacios que anteriormente controlaba, adoptando una narrativa y unas propuestas políticas más moderadas que permitan absorber parte del electorado indeciso y aquel que ya ha perdido la paciencia con Morena.
Dentro de las fuerzas de oposición se encuentra ciertamente el PRI, pero ya no es, en absoluto, el partido sólido que fue el pasado siglo, por lo que no figura como opción para el electorado de hoy en día. En cambio, en otro contexto se encuentra Movimiento Ciudadano, cuya dirigencia y principales líderes han sabido posicionarlo con sus discursos, propuestas y decisiones políticas, como la de no asociarse con los partidos desprestigiados por Morena, el interlocutor más escuchado de México.
Así, al movimiento naranja se le ha percibido como una alternativa real, novedosa y fresca frente a los partidos longevos y tradicionales de la política mexicana, pero también al partido oficialista, que a más de a una persona ha desesperado por sus formas de hacer política, entre otras situaciones. Vale la pena observar de cerca la continua evolución de Movimiento Ciudadano, pero, en este panorama, sería igual de interesante prestar atención a los demás partidos de reciente creación y otros que siguen en crecimiento, puesto que está en sus manos dotar de nueva vitalidad e ideas a la política en México y con ello convertirse en una alternativa tan necesaria para el país.
@NielsRosasV (X)