En días recientes, el presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, anunció que su administración establecería aranceles del 30% a México. Se trata de un subsecuente movimiento controversial en la nueva política exterior en materia de comercio del país de las barras y las estrellas del actual gobierno republicano. ¿Cómo impacta eso en la relación bilateral?
Trump comenzó su segundo gobierno en enero de este año con una clara meta: hacer a EU grande otra vez. Lastimosamente para ellos y para el mundo, eso significa anteponer a toda costa los intereses estadounidenses por sobre los demás países, lo que se traduce en muchos casos a reacomodar las prácticas comerciales que tiene la todavía hegemonía global con el resto de las naciones.
Así, la estrategia de la Casa Blanca ha sido imponer aranceles que le permitan “resarcir los daños y los abusos” que los países han tenido hacia EU en su intercambio de productos y servicios. Así, Trump busca obtener ganancias y no pérdidas en el comercio internacional estadounidense, como asegura que ha experimentado su nación desde tiempos lejanos.
Sin embargo, en este nuevo episodio de la política exterior estadounidense en materia comercial, el mandatario republicano ha colocado aranceles de 30% a dos de sus socios comerciales más importantes. La respuesta tanto de la Ciudad de México, como de Bruselas ha sido de nueva cuenta negociar con Washington para evitar este subsecuente capítulo de tensiones y dejar fluir el intercambio de productos y servicios. No obstante, vale mucho la pena considerar la posibilidad de que no deba ser esa la estrategia que deban emplear México y la UE en este entorno delicado.
Se ha mostrado que el modus operandi de Trump es imponer aranceles para obligar a los países a renegociar el comercio con EU y obtener diversas concesiones de ellos. Con México, por ejemplo, fue detener el flujo de fentanilo a tierra estadounidense y atacar al narcotráfico. Pero, en cualquier caso, la respuesta mexicana no ha sido reactiva, sino siempre en búsqueda del diálogo.
Quizá eso le ha funcionado a nuestro país, pero lo cierto es que no debería ser esa la única estrategia que tenga para lidiar con las imposiciones de la actual administración en la Casa Blanca. Negociar con EU para aligerar las condiciones arancelarias o del comercio estadounidense es prioritario, pero también debería ser la búsqueda de otros mercados que nos otorguen mayor independencia comercial.
En este caso, la otra parte afectada es la UE, un motor económico mundial. Sería de gran ventaja, ante esta situación, que el vínculo comercial con el conglomerado europeo de naciones pueda ser mayor y así ambas partes podrían sortear las inclemencias del actual gobierno en Washington. Recordemos que a inicios de 2025, la Ciudad de México y Bruselas estrecharon aún más sus lazos comerciales con el llamado Acuerdo Global.
El ganar-ganar es claro entre ambas partes y para nosotros ayudaría mucho a diversificar el peso de nuestro comercio. Se tiene pensado en mejorar el Acuerdo Global, pero dadas las condiciones actuales, sería oportuno que la interacción entre México y la UE pueda acelerarse y así protegerse mutuamente de los ataques con aranceles de la actual administración en EU.