Tras pocas horas de cónclave, la humareda blanca desde la Capilla Sixtina se elevó por el aire en El Vaticano. El Colegio Cardenalicio eligió a Robert Prevost, el estadounidense de nacimiento, pero de raíces europeas y corazón latinoamericano; como sucesor del papa Francisco, quien adoptó el nombre eclesiástico León XIV. ¿Qué panorama se vislumbra con este creciente liderazgo en la Iglesia Católica?
Muchos fueron los nombres que se barajearon como posibles sucesores del papa Francisco, sin embargo, de un espacio reservado y sin mucha difusión, surgió el cardenal Prevost. Como lo han señalado los reportajes, nació en Chicago, Illinois, Estados Unidos de América (EUA), pero mucha de su labor eclesiástica se ha efectuado en Perú, lugar donde se convirtió en un referente sólido de una región tan católica como lo es Latinoamérica. De ahí la gran cercanía que mantuvo con el papa recientemente fallecido, quien fue un actor clave para su progreso como obispo y posteriormente cardenal.
En gran medida, la herencia del papa Francisco fue una condición determinante para la elección de Prevost como nuevo papa. Existe un vínculo claro y relevante entre él y su predecesor, sobre todo en la visión social de la Iglesia Católica. Ambos identificaban la necesidad de que El Vaticano abanderara la visibilización e influyera en el apoyo hacia grupos vulnerables, como las personas marginadas y sumidas en la pobreza, así como a las personas migrantes. Su postura más humanística y de alto componente social genera invariablemente y por consiguiente una posición política que empata con la agenda de muchos gobiernos alrededor del mundo, pero que también rivaliza con la de otros.
En este contexto, ¿qué tanto la visión de León XIV podría impactar a México y a otros países como el mismo EUA? En cuanto a nuestro país, aunque es oficialmente laico, existe una gran devoción al catolicismo y ello influye en los gobiernos. Si bien la presidenta Claudia Sheinbaum se identifica como no religiosa, su administración tiene que coexistir con la presencia e intereses de los mexicanos católicos y, por ello, sus discursos y acciones han de considerar la radiografía religiosa del territorio nacional. Así, apegarse a la visión social del nuevo papa sería un camino fácil de seguir, tomando en cuenta que la agenda de la mandataria es similar en varios aspectos.
En torno al país de las barras y las estrellas, quizá se torna más compleja la situación. Si bien el presidente Donald Trump emitió un mensaje efusivo por la elección de un papa estadounidense –omitiendo que también cuenta con nacionalidad peruana–, su agenda social y política dista de lo que se prevé que sea la de León XIV. La política migratoria del mandatario republicano ha sido agresiva en lo que va de su gobierno y tampoco se aprecia una política abierta y favorable a los distintos grupos vulnerables en EUA.
Así, el nuevo papa podría configurarse como un contrapeso de la más alta relevancia en temas sensibles que la administración trumpista ha mermado severamente, generando un contraste que podría hacer un cambio de opinión pública en contra del presidente estadounidense. Sin duda, le sería incómodo a Trump, pero no a una enorme cantidad de países que apoyan lo humanístico y el progresismo sobre lo agresivo que pueden llegar a ser las políticas conservadoras y proteccionistas de los gobiernos.
Historiador e internacionalista
@NielsRosasV (X)