Hay un artista del cual se ha hablado poco, Diego Rivera decía sobre él que “no solo era el primero de nuestros paisajistas, sino el pintor-poeta que mejor haya sentido y expresado nuestra naturaleza”, él es Joaquín Clausell.

Fue originario de Campeche, donde fue considerado primer dibujante caricaturista, le encantaba dibujar desde la preparatoria, pero es hasta que se va a Francia que despierta su vocación como artista plástico, dejando a un lado su carrera de abogacía donde conoce el trabajo de Camille Pissarro, y queda fascinado por la profundidad que maneja en la imagen construida de sus paisajes con sus pinceladas visibles, donde la luz es la clave.

A su regreso a la CDMX, conoce y se hace amigo de Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, con quien comparte su gusto por la naturaleza, muestra de ello se puede apreciar en su estudio ubicado en el Museo de la Ciudad, en la CDMX, el cual es poco conocido, mismo que Pedro Ramírez Vázquez manda restaurar en el año de 2017, para que podamos conocer “La torre de las mil ventanas”, un lugar a puertas cerradas, que encierra una historia dentro de muchas historias llenas de mucho colorido, pero siempre con su toque impresionista.

Se dice que el estudio comenzó haciéndose como un lugar de refugio para el artista, al inicio el lugar tenía las paredes cubiertas con solo manchas, pero que cuando iba y regresaba a ese mismo lugar le empezaba a dar forma, es un espacio que te invita a no irte a reflexionar con cada uno de los trazos que se miran en cada una de las pinturas, se ve la admiración del paisaje, la luz y su gusto por las transparencias, las cuales huelen a vegetaciones frescas, llenas de agua, flores y rocas.

Se ve claramente la influencia de Goya, en su etapa negra porque muestra en su paleta un poco más con tonos cromáticos haciendo alusión a personajes grotescos, pero también al surrealista Marc Chagall, quien fuera un artista que destaca en sus obras un personalísimo uso del color, destacando las formas y los colores; del artista Joaquín Sorolla se ve claramente su influencia con el juego de luces propuesta de la época impresionista y postimpresionista; de Sandro Botticelli, yo veo una alegoría al cuadro de El nacimiento de Venus, no le llega a la técnica que Botticelli tenía, pero si hace claramente una representación de su propia Venus, también hay pinceladas tipo Paul Cézanne y Julio Ruelas, se destaca en sus pinturas su gusto por la tauromaquia y los caballos, se ven representaciones eclesiásticas, donde vemos a Adán y a Eva en al menos tres ocasiones, remarcando a la mujer como el sexo fuerte, incluso se aprecian varias mujeres haciendo alusión a la “femme fatal” de aquella época.

Si vas a la CDMX y te gusta la obra de Clausell, no pierdas la oportunidad de ir al Museo de la Ciudad, ubicado en Av. Pino Suárez no. 30, a unas cuantas calles de la Plaza de la Constitución y pide entrar a esta sala, la cual está cerrada, pero de correr con suerte y preguntarle al chico de la entrada, podrás tener una visita guiada muy completa, donde inexplicamente se habla muy poco de lo que fue la obra pictórica de Joaquín Clausell, la cual sin duda cuando la mires, verás la expresión más genuina de lo que era propio temperamento, es una sala llena de mucho colorido y mucho que analizar, entre un sinfín de obras que realiza era un hombre que amaba estar siempre entre la naturaleza y los campos.

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