Nayeli Rosas

En esta ocasión quiero compartir el gusto por la obra de “El beso” de Gustav Klimt, por dos cosas, una porque muy, pero muy en el fondo soy una romántica, pero la más importante es que mi mamá pintó este cuadro como regalo de cumpleaños y eso me ha llevado a hacer una búsqueda más allá de la parte sentimental del porqué este cuadro me llamaba desde antes su atención.

Todo comenzó con las clases de María de Asís con su diplomado de “Museos del mundo”, el cual recomiendo ampliamente y porque recuerdo que en ese recorrido vimos muchas pinturas y besos de distintos artistas como “El beso” de Francesco Hayez, la escultura titulada con el mismo nombre de Auguste Rodin, obra que está basada en el infierno del poeta italiano Dante Alighieri, “Los amantes” de René Magritte, donde los amantes se encuentran cubiertos por dos velos, uno cubriendo el rostro de cada uno y donde suponemos que es un hombre y una mujer por la vestimenta, historia que se basa en el recuerdo adolescente de un amor. Pasando también por “En la cama: El beso” de Toulouse Lautrec, obra que forma parte de cuatro obras que le encargan al artista, por ahí de 1892, donde refleja el descanso lésbico de dos amigas prostitutas y de todas ellas mi favorita fue aquella obra maestra de Gustav Klimt, adentrada en su fase dorada de 1901 a 1909 y donde se atrevió a pintar esta obra en conjunto con la de Judith I, donde utilizó pan de oro real, pero la que me encantó fue la de “El beso”. Uno de los besos más famosos de la historia del arte.

Pero ¿quién es Gustav Klimt?, se le conoce como pintor simbolista de origen austriaco, gustó del arte desde pequeño en Viena, aprende de perspectiva y técnica con conocimiento al cien desde entonces y es en 1894 que la universidad de Viena le encarga a Klimt unos murales, donde se presentaron varios temas de la universidad, a la gente no le encanta su trabajo, porque decían que era demasiado descriptivo y sexual al pintar en su mayoría a mujeres de la calle, de la “high society”, entre otras y eso no hacía match con la gente de aquellos entonces, tal vez un poco adelantado a los tiempos y es por eso que mejor decide irse a Italia, específicamente a Venecia y es la Basílica de san Marcos, la que inspira a Klimt, a que haga algunas modificaciones en su trabajo que ahora decide aplicarle hoja de oro tal cual se ve en la basílica, justo como se ve en el arte bizantino, al aplicar figuras estilizadas, abundante uso del dorado sobretodo y la técnica del mosaico que apreciamos en sus obras. Por cierto si hoy en día tienes ganas de ver murales de la universidad, ya no existen, fueron demolidos, porque de plano no les encantaron, solamente se puede encontrar una que otra fotografía de ese trabajo.

La galería Belvedere de Viena, queda fascinado con su obra de “El beso”, ya que sin verla terminada, les encantó y a la fecha la tienen en su posesión. La compran en 25 mil coronas, es decir, 240 mil dólares, en 1908, una cantidad elevada para aquellos tiempos, aún hoy en día se dice que la galería Belvedere no tiene contemplado venderla.

Pero ¿en qué consiste la historia de esta obra maestra?, está hecha de energías opuestas, él está vestido de blanco y negro, ella está vestida de naturaleza, figuras menos rígidas y rectas. El fondo de atemporalidad a través del fondo parece que flotan. Se dice que la chica que aparece en el cuadro podría ser Emilie Louise Flöge, una de sus múltiples amantes, pero con quien tuvo 14 hijos, ella pudo ser el verdadero amor de su vida y si no al menos con quien más tuvo hijos, otra de las cosas que se dice es que Gustav, la obra de “El beso” está basada en la obra de “Apolo y Dafne” o sea un amor no correspondido, se trata de un hombre llamado Apolo, que fue maldecido por Eros, mejor conocido como “Cúpido”, el cual fue castigado por hacerle burla por usar arco y flecha y hace que se enamore de la primera chica que ve y esa chica es Dafne. Ella siente repulsión por él, va con su papá para pedirle ayuda y Dafne se convierte en un árbol de laurel. En la imagen del beso, vemos como la mujer se va convirtiendo en flores de laurel al ser Klimt un artista simbolista.

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