Escenas pintadas de lluvias y tormentas se retratan constantemente en mis pensamientos, mientras llueve y veo cómo la lluvia y el aire de las tormentas eléctricas van invadiendo los paisajes de las últimas tardes de primavera.

Al finalizar cada tormenta, transito por las marcas que dejó cada gota de lluvia a su paso, y solo imagino cómo estas escenas podrían haber sido retratadas por los artistas de finales del siglo XIX.

Uno de los paisajistas más reconocidos por pintar tormentas —muy ad hoc a esta temporada de lluvias con viento— fue Joseph Mallord William Turner. Este pintor británico del siglo XIX se destacó por su capacidad para capturar la fuerza intempestiva de la naturaleza, especialmente tormentas, mares embravecidos y cielos turbulentos. Turner logró plasmar con maestría las emociones intensas que evocan los fenómenos naturales, como los que nos acompañan ahora en esta primera temporada de lluvias.

Turner no solo fue un pionero del paisajismo romántico, sino también un visionario que se adelantó al impresionismo con su tratamiento casi abstracto de la luz y el color. Sus obras, muchas veces caracterizadas por cielos oscuros, oleajes amenazantes y ráfagas de viento implícitas en las pinceladas, reflejan la potencia de la tormenta tanto exterior como interior. Cuadros como Tormenta de nieve: un vapor entrando al puerto o El Temerario remolcado a su último atraque son ejemplos donde se percibe su dominio técnico y su talento para transmitir al espectador toda esa violencia que la naturaleza muestra de vez en cuando, permitiéndonos ser parte de una experiencia estética sublime.

Mirar la obra de Turner provoca el deseo de acompañarse con una copa de vino tinto y música de Chopin, para así exaltar las emociones que evocan sus pinturas y trasladarlas a esta época de lluvias durante las tardes y noches.

Las obras de Turner nos recuerdan lo frágiles que somos ante las fuerzas que no controlamos, pero también nos revelan la belleza que hay en esa fragilidad, en medio del caos.

Sus cielos no son simples telones; poseen una conexión que nos hace recordar que somos parte de esa catástrofe que a veces deja caer la naturaleza. Turner expresa con igual fuerza lo aterradora que puede llegar a ser la madre tierra, y su obra nos invita a imaginar cómo habría pintado él esas nubes cargadas o ese rayo fugaz que divide el horizonte, perpetuando en el lienzo lo efímero.

Así, mientras nuestras tardes sigan este mismo ritmo, el paisaje se abre en mi mente como pinturas al estilo Turner, con dramatismo y tempestades, donde el caos natural forma parte de una belleza melancólica que provocan estas lluviosas tardes.

X: @nayelirosasb

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