Nayeli Rosas

Fanny Rabel, una artista que pintó el dolor con ternura

Las imágenes de niños que realizaba en técnica de grabado resultaban profundamente desconsoladoras y, al mismo tiempo, tiernas

Fanny Rabel, fue una mujer marcada por los escenarios más cruentos del siglo XX. Nacida en Polonia, con el nombre de Fanny Rabinovich Duval, pero con sangre mexicana y de la que poco se ha hablado sobre su historia y legado, dentro de la historia del muralismo en México. Realizó pintura de caballete, grabado y escenografía, este último debido a que es hija de padres dedicados a las artes escénicas. Esto hizo que, a lo largo de sus 70 años de vida, hiciera 80 exposiciones individuales y alrededor de 60 colectivas de mujeres artistas organizadas por grupos feministas.

En 1939, Fanny Rabel, como se le empezó a conocer aquí en México, empezó a estudiar en distintas escuelas dedicadas a las artes, entre ellas “La Esmeralda”. Contaba con el respaldo de Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins, entre otros artistas de la época, quienes, al ver su trabajo, se dieron su la apoyaron, para decirle que, aunque no retrataba hombres en medio de una disputa de guerra, sosteniendo fuertes martillos, fusiles o machetes, ella en cambio, gritaba con un estilo muy particular. Ella gustaba de retratar niños y mujeres, con temas como maternidad, pero con un toque tal de tristeza, que sentías el dolor en cada una de sus obras.

Fanny, formó parte del grupo de “Los Fridos”, donde se dio a conocer como una artista de la era moderna, huyó con sus padres en tiempos de guerra a la edad de la adolescencia, para vivir una época también difícil acá en nuestro país. Lo que ella traía de la infancia, la marcó para toda la vida y con ello el reflejo que vemos a través de su obra. Convivió con artistas como Frida Kahlo, siendo ella su “sensei”, así como con todo el grupo de los muralistas.

Las imágenes de niños que realizaba en técnica de grabado resultaban profundamente desconsoladoras y, al mismo tiempo, tiernas. En sus obras aparecen retratos de infantes que uno quisiera apapachar por siempre, pero cuya mirada estaba impregnada de una tristeza sublime. Muchas veces reunía a varios niños en una misma composición, todos con ojos melancólicos, como si en cada trazo quisiera expresar un dolor colectivo.

Lo que transmitía no era solo el sufrimiento de su país marcado por la guerra, sino también la desolación que se vivía en México a causa de la Revolución. En conjunto, sus grabados revelan un exceso de dolor, una tristeza profunda que, si se observa con atención, deja entrever un grito de impotencia. Al haber presenciado, aunque fuera parcialmente, los estragos de la guerra, puede suponerse que esas experiencias marcaron sus pensamientos desde muy joven, incluso desde que nació, ella nació en los tiempos del inicio de la batalla de Varsovia. A los 14 años, aquellas imágenes que tenía en su cabeza, quedaron grabadas en su memoria y se convirtieron en la base de su expresión artística que le da vida a cada una de las pinturas que compartió a lo largo de su vida. Fanny muere en 2008.

Su obra realiza una denuncia de su sentir y de lo que estaba pasando, un ejemplo de ello es la obra de “el niño judío”, donde nos refiere a los campos de concentración. Su estilo, refleja mucho dolor en la humanidad, en la cotidianeidad, lo expresaba tanto en murales, como la multitud de grabados, técnica en la que se especializó, que tiene mucha relación al estilo de los artistas de la época, sobre todo en la de Siqueiros.

El movimiento artístico social y político era muy complejo todavía, por ahí de 1950, que es cuando comienza a realizar, mayor número de retratos, en grabado, de mujeres en condiciones poco favorables. Todo ello formó parte de un espectro generacional, a manera de grito. Cuyas litografías a veces se les ve el rostro, otras veces no, estos personajes que ella nos presenta, son parte de huella que había de la violencia del momento y las incomodidades como si se tratase de un catálogo visual que se rige por imágenes conmovedoras, heridas no solo vista la parte psicológica, sino también las heridas físicas con las que vivían, dejando ver en sus litografías las injusticias extremas del momento.

Rabel, fue una mujer que se destacó por apoyar distintas actividades feministas en defensa de los derechos de las mujeres mediante su trabajo y de quien merece la pena conocer su obra para darnos cuenta como nuestra infancia puede marcar una época a través de las artes.

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