En este mes nacieron y murieron dos grandes muralistas mexicanos, José Clemente Orozco, el 23 de noviembre de 1883, es considerado una persona tranquila y solitaria, tenía muy cerca de su casa el taller del grabador y caricaturista,
José Guadalupe Posada, ahí, a la edad de 12 años, le empezó a llamar la atención el mundo de arte.
Estudió en la Academia de San Carlos un tiempo, salió e intentó estudiar otras cosas como agricultura y arquitectura, pero se dio cuenta que su sentimiento real, estaba en la pintura, por lo que regresó a la academia.
Una de las ventajas que tuvo Orozco es que podía pintar lo que quisiera, como temas políticos, religiosos y sociales, incluso se le llegó a considerar un loco y pervertido por lo que pintaba, pero él decía que él sabía que podía pintar lo que quisiera porque sabía del talento que tenía.
Las obras de Orozco resaltan por la forma en que relata la historia por la ruptura que expresa en cada una de sus obras, él confronta la historia de México, no la simplifica, le devuelve a México a través de su arte lo que merece conocer a través de su pincelada.
En el Palacio de Bellas Artes, Museo Nacional de Arte y en el Hospicio Cabañas se puede encontrar parte de su obra y como ilustrador, se tiene huella de su trabajo en el periódico La Vanguardia, así como caricaturista bajo el apoyo de Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl. Dicen que pocas personas tienen la fortuna de morir mientras duermen y él fue uno de ellos.
También tenemos al revolucionario Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mejor conocido como Diego Rivera, considerado el máximo representante de la Escuela Mural Mexicana.
Diego estudió por 15 años en varios países, entre ellos, Francia, Italia y España, dejando a un lado el academicismo, mientras estuvo por allá el trabajo de Paul Cézanne, fue de los que más le llamaron su atención, incluso de esta etapa destaca sus paisajes, de Piet Mondrian, reprodujo varias de sus obras y uno de su mayor influencia es, por supuesto, Picasso.
Rivera decía que de Picasso se podía aprender mucho, y de hecho realiza algunas obras cubistas, algunas de ellas las podemos ver en la casa museo de Diego en el estado de Guanajuato, donde, por cierto, no te dejan tomar fotos, pero que vale la pena ir a ver; así como en el Museo Soumaya, para ver esta etapa cubista que tuvo que por cierto dura poco, ya que después de esto decide regresar al realismo.
A su llegada a México realiza su primer mural en el año de 1922, siete años más tarde se casa por tercera ocasión —esta vez con la artista Frida Kahlo— a quien por este motivo se le conoce por sus escándalos maritales.
Uno de los trabajos que más ruido hizo por lo polémico fue el de Rockefeller Center, en Nueva York, porque fue destruido al incluir a un personaje; Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central es una de las obras más representativas que tiene. Fallece un 24 de noviembre de una insuficiencia cardiaca en la CDMX.
Diego, Orozco y Siqueiros son conocidos como los máximos representantes del muralismo mexicano, convirtieron a través de su trabajo en esta corriente como un elemento artístico imprescindible, donde se magnifica lo que se vivió en los años 20’s. Sin duda dos grandes artistas mexicanos que dejaron huella con sus grandes obras.
Twitter: @nayelirosasb