Nayeli Rosas

De la Mona Lisa a las joyas de Napoleón: El Louvre y sus repetidos robos

Bien dicen que la historia tiende a repetirse, y lamentablemente eso fue lo que le pasó a este lugar

El mundo de la cultura y las artes se estremeció este domingo. Minutos antes de la apertura, a las 9:15 de la mañana (hora de Francia), el Museo del Louvre fue el escenario de un atraco que superó la ficción y dejó en shock a toda la comunidad internacional.

El atraco fue un acto premeditado y ejecutado con audacia. Cuatro individuos, disfrazados de operadores, aún no identificados, sustrajeron joyas históricas del periodo napoleónico en apenas siete minutos, huyendo del lugar en scooters. La única pieza rescatada —porque seguro se les cayó— fue la corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, encontrada más tarde cerca del museo. La precisión y el descaro de este hurto nos ha dejado boquiabiertos a todos, sobre todo, porque lo acontecido supera la ficción en las tramas de robos más elaboradas en películas o series de Netflix.

Este asalto deja serios cuestionamientos sobre la seguridad del recinto, ya que la alarma sonó, casualmente, un minuto después de que salieran estas cuatro personas. También hay que decir que una de las ventanas cruciales en la escena estaba desactivada desde hace un mes, y bueno ni qué decir que a nadie le resultó extraña la presencia de una grúa en la calle que separa el museo del río Sena, la cual daba acceso directo a la ventana de la Galería de Apolo.

El valor de las joyas sustraídas asciende a 88 millones de euros, lo que se traduce en 1.885,043,600 pesos. La magnitud de la pérdida subraya la gravedad de este atraco histórico.

No por nada, la encargada del museo de Louvre, Laurence des Cars, horas más tarde de lo acontecido, quiso dimitir a su puesto ante el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pero por supuesto que fue denegada su renuncia. Fue él mismo quien le dijo que habría que “mantenerse firme”, y esperemos que así sea y sepamos en próximas horas más de la situación, sobre todo por la parte de la seguridad en los recintos culturales.

A cuatro días del robo de estas ocho reliquias, repletas con diamantes y piedras preciosas, el Louvre ya reabrió sus puertas. Como antecedente recordemos que el mismo lugar se vio afectado en 1911 con el sustrato que hizo Vicenzo Peruggia, al querer llevar a Italia el cuadro de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, con el pretexto que debía pertenecer allá y no en París, Francia.

El hombre salió caminando con el cuadro, debajo de su abrigo, llegó a su casa y lo resguardó por dos años. Regresó, porque un posible “comprador”, dio aviso sobre la venta de este cuadro, y con ello se pudo devolver el cuadro al Louvre.

Lo extraño ahora es que, si esto ya les había pasado hace 114 años, por qué no resguardar bien las piezas. Bien dicen que la historia tiende a repetirse, y lamentablemente eso fue lo que le pasó a este lugar. Lo preocupante es que, si un lugar de esta índole no cuenta con seguridad de primera, ni qué hablar de algunos lugares menos privilegiados, incluso para países que no son de primer mundo, como el nuestro, ¿dónde nos deja?

Esta sustracción pone en alerta a nivel mundial a todos los museos, al no contar con suficiente seguridad en la mayoría de los recintos culturales. Ojalá se tome en cuenta para poder obtener algunas medidas preventivas y de protección para poder fortalecer estos lugares que resguardan tesoros invaluables.

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