Durante décadas, México contó con una de las redes ferroviarias más amplias de América Latina. Había trenes de pasajeros que conectaban la Ciudad de México con prácticamente todos los estados del país. Se podía viajar en diversos horarios, con distintas categorías de servicio, y en muchos de estos trenes existían camarotes, comedores, carros de observación y vagones especializados. El tren no solo era un medio de transporte: era parte del tejido social, económico y cultural. Hoy en día, viajar en tren es una experiencia limitada, aunque no inexistente. Hay algunos servicios turísticos, como el Chepe Express, que recorre la Sierra Tarahumara en Chihuahua, y el recién inaugurado Tren Maya, que opera en el sureste del país.

Ambos servicios están pensados principalmente para el turismo, más que para ser una alternativa de transporte diario, aunque los residentes tienen otra tarifa al moverse de pueblo a pueblo. No hay, actualmente, una red nacional de trenes de pasajeros para uso cotidiano.

El Chepe, se puede tomar desde Los Mochis (Sinaloa) hasta Creel (Chihuahua), pasando por puntos como El Fuerte, Divisadero y Bahuichivo. El recorrido es famoso por atravesar las Barrancas del Cobre. Ofrece tres clases: Turista, Ejecutiva y Primera Clase, y el precio varía entre mil y más de 6 mil pesos por trayecto. El servicio incluye vagones con ventanas panorámicas, restaurante y bar.

El Tren Maya, por otro lado, conecta varias ciudades del sureste: Cancún, Mérida, Campeche, Palenque, entre otras. Este sí incluye trayectos nocturnos y vagones con camarotes, especialmente en su versión llamada P’Atal, diseñada para recorridos de larga distancia. Los vagones de esta categoría incluyen camas, baños privados, espacio para bicicletas, aire acondicionado, Wi-Fi y servicio de restaurante.

Antes de que se cancelaran los trenes de pasajeros en los años 90, era común que la gente pudiera subirse en estaciones locales, incluso en pueblos pequeños. Además, durante el trayecto, era habitual que vendedores ambulantes abordaran para ofrecer comida, café, frutas y artesanías. En esos años dorados del ferrocarril mexicano, había rutas que conectaban desde la Ciudad de México hasta Monterrey (El Regiomontano), Guadalajara (El Tapatío), Nogales (El Costeño) o incluso Ciudad Juárez.

Hoy existen propuestas para revivir ese servicio. El gobierno ha anunciado un plan para reactivar varios tramos de trenes de pasajeros, incluyendo Ciudad de México–Querétaro, AIFA–Pachuca, Querétaro–Irapuato, y algunos trayectos hacia Guadalajara, Mazatlán, Oaxaca y la frontera. Lo cierto es que, tener una red de trenes de pasajeros viable y accesible sería más que una cuestión de transporte: implica reconectar regiones, generar empleos, reactivar economías locales y reducir el uso excesivo del transporte por carretera. Sería una forma de descentralizar el país y permitir que viajar largas distancias no dependa únicamente del automóvil, autobús o el avión.

Queridos lectores, México tiene memoria, alguna vez vivió conectado sobre rieles; sería maravilloso que todos lo pudiéramos seguir disfrutando, no sólo como un recuerdo, sino como opción real de movilidad en el presente y el futuro.

*Periodista y conductora

Premio Internacional de Periodismo Turístico 2022

Otorgado por la OMPT

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