Para iniciar, sin alarmar y sin exagerar, yo les diría que es un riesgo silencioso en cada trayecto. Viajar es, sin duda, sinónimo de placer, descubrimiento o crecimiento profesional. Sin embargo, hay un riesgo que permanece sigiloso en medio de los aviones, autobuses y automóviles: la trombosis venosa profunda, conocida también como “la trombosis del viajero”. No, no es exclusiva de personas mayores o con enfermedades preexistentes; cualquier persona que pase muchas horas inmóvil corre el peligro de sufrirla. Esta condición ocurre cuando se forma un coágulo sanguíneo, generalmente en las piernas, debido a la falta de movimiento prolongado. El principal peligro es que este coágulo puede desplazarse hasta los pulmones y provocar una embolia pulmonar, una afección potencialmente mortal. Aunque el nombre suene lejano o técnico, no es un problema menor. Cada año, miles de viajeros en el mundo sufren complicaciones por no haber tomado precauciones simples pero vitales. En vuelos largos o trayectos en autobús de más de cuatro horas, la sangre tiende a estancarse, especialmente si las piernas están dobladas o comprimidas. La deshidratación, el consumo de alcohol, el uso de ropa ajustada y hasta la altitud de los vuelos pueden agravar la situación. A esto se suman otros factores de riesgo como el uso de anticonceptivos, el tabaquismo, la obesidad o antecedentes familiares de problemas circulatorios. A pesar de esto, las campañas de prevención son escasas. Ya que en realidad, ¿cuántos pasajeros saben que usar medias de compresión o realizar ejercicios simples de tobillo y pantorrilla puede salvarles la vida? La trombosis del viajero pone sobre la mesa una discusión mucho más amplia: la desinformación médica y la banalización del bienestar en los entornos de movilidad.

¿Cómo podemos detectarla? Si al volver de un viaje notas que aparecieron moretones sin razón, necesitas checarte y más, si al tacto descubres una protuberancia que no se disuelve. En México, más de 60 millones de personas se trasladan anualmente por aire, carretera o autobús, así que hablar de trombosis venosa profunda no es exagerado ni alarmista. Es un llamado urgente a la prevención, pues muy pocas personas saben que síntomas como dolor en la pantorrilla, hinchazón o enrojecimiento en una pierna pueden ser señales de una urgencia médica. En países, como Australia o Reino Unido, las aerolíneas están obligadas a proporcionar información preventiva a los pasajeros. En México, esa responsabilidad está en pañales. La trombosis del viajero puede prevenirse: al usar ropa cómoda, mantenerse hidratado, evitar alcohol, mover los pies y piernas cada 30 minutos, usar medias de compresión si hay antecedentes familiares y no quedarse dormido en la misma posición por muchas horas. Incluso en los vuelos low cost o los camiones de larga distancia, estas medidas pueden hacer la diferencia entre un viaje seguro o una tragedia evitable, así que si detectas este problema, no dejes de atenderte.

Queridos lectores, viajar nos conecta con el mundo, pero también nos exige responsabilidad con nuestra salud. La trombosis del viajero no discrimina, y por tal razón debe ocuparnos a todos: autoridades, medios de transporte, profesionales de la salud y, por supuesto, a quienes viajamos. Prevenirla no cuesta. Ignorarla, sí.

*Periodista y conductora

Premio Internacional de Periodismo Turístico 2022

Otorgado por la OMPT

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