Recientemente explotó la noticia sobre la reducción de vuelos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), y desde luego que quienes estamos inmersos en estos temas nos cayó como balde de agua fría, pues sabemos que dicha decisión puede generar no solo una mala racha para la industria, sino una gran ola de problemas que no se alcanzará a surfear. Los cambios iniciarán a partir del 2024, y aún cuando ya se ha comentado que se aplicará sólo para vuelos nacionales, la primera preocupación para el sector es el despido masivo de personal. Según la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (ASPA) el tráfico aéreo no es el problema, sino el deterioro de la infraestructura para dar un buen servicio a los viajeros en las terminales 1 y 2, por lo que la disminución de operaciones no será la solución, pues en donde tendría que estar el foco de atención es en la inversión para la mejora de las instalaciones. Menos vuelos y menos pasajeros afectará a todos, al turismo, a las aerolíneas, a los pasajeros y hasta el gobierno, pues perderá los ingresos del TUA que deberían de usarse para el mantenimiento del aeropuerto y que, por supuesto, no sucede.
Como primer punto debemos de entender que cuando se habla de operaciones aeroportuarias se refiere a todas aquellas actividades que se realizan en el aeropuerto para asegurar el servicio a los pasajeros, pues un vuelo no solo es operado por la tripulación que vemos al momento de abordar, sino que incluye llegadas y salidas de aeronaves, el afamado check in, el embarque y desembarque de los aviones, el mantenimiento de la infraestructura, servicio de restaurantes y cafeterías, es todo, lo que se traduce en poco más de 40 mil personas que trabajan en las instalaciones, desde los equipos de limpieza hasta quienes velan por la seguridad, así que se dice fácil, pero no lo es. La reducción de vuelos significa la disminución de la oferta, es decir, que puede provocar un aumento en los precios debido a la sobre demanda que habrá al no tener más asientos disponibles. Al no tener vuelos se requerirá menos personal, lo que generará despidos para el personal que labora en el aire y en tierra, y por último el aeropuerto perderá su sitio como el principal hub de América Latina con la mejor competitividad.
Será a partir del 8 de enero del 2024 cuando empecemos a ver 43 operaciones por hora en lugar de 52. El aplazamiento para el inicio lo propuso la Secretaría de Infraestructura Comunicaciones y Transportes con el afán de apoyar a los pasajeros que se verían afectados por la compra anticipada de boletos.
Yo no sé ustedes queridos lectores, pero, en pocas palabras, esta medida es una forma de obligar al uso del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), pues no es la primera reducción de ingresos que tiene el AICM sino el segundo, que significa ya, un 30% menos que los niveles que tenía en el 2022, lo que se traduce en una caída paulatina al no enfocarse a resolver el verdadero problema. ¿Están o no de acuerdo? Déjenme saber su opinión.
*Periodista y conductora
Premio Internacional de Periodismo Turístico 2022
Otorgado por la OMPT
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