Lamento decirles que “la receta sueca” no es novedad, recetar viajes, paseos y descansos al aire libre, se ha prescrito desde hace décadas en otros países, y se debe aclarar que este tema que se hizo viral hace unos días para visitar Suecia, no forma parte del sistema de salud, sino de una estrategia de promoción turística que mezcla bienestar, prevención y turismo de una manera innovadora. Para quienes no están muy empapados del tema. Imaginen que, en una consulta médica, además de una receta con medicamentos e indicaciones de reposo, recibes una recomendación formal que diga: “dos semanas de bosque, sauna y silencio en Suecia”. No es ciencia ficción. Visit Sweden, la agencia oficial de promoción turística de ese país lanzó “The Swedish Prescription”, una iniciativa basada en evidencia científica que invita a los médicos a considerar viajes y experiencias al aire libre en Suecia como una herramienta complementaria para mejorar el bienestar físico y mental. El objetivo no es sustituir tratamientos médicos, sino institucionalizar la idea de que el contacto con la naturaleza, el descanso, la cultura y la socialización pueden formar parte de un plan de recuperación ante el estrés o el agotamiento. Y aunque parezca novedad, no lo es, pues Japón tiene desde hace décadas el “shinrin-yoku” o baño de bosque, y en Canadá el programa PaRx, que permite a los médicos prescribir tiempo en parques, incluso con pases gratuitos de acceso. En el Reino Unido, el NHS promueve la llamada prescripción social, que incluye una vertiente verde enfocada en actividades comunitarias como huertos, caminatas o voluntariados. Es decir, la evidencia ya existía; lo que Suecia hizo fue convertirla en una narrativa atractiva y turística, un “viaje con receta”.
La gran pregunta es: ¿quién paga los viajes? En el caso sueco: nadie del sistema de salud. Es una campaña de promoción turística. En cambio, en Canadá los médicos pueden prescribir pases a parques financiados por alianzas entre organizaciones ambientales, fundaciones y Parks Canada, mientras que en el Reino Unido el financiamiento se destina a actividades locales con apoyo del NHS o fondos comunitarios, sin incluir vacaciones turísticas. Es decir, hay dos modelos: el promocional, que vende turismo como salud, y el sanitario, que ofrece acceso real a la naturaleza con respaldo público. El segundo ha mostrado beneficios comprobados; el primero, si no se regula, puede confundir el bienestar con el consumo.
Queridos lectores, considero valiosa la idea de fondo: reconectar la salud con la naturaleza y entender que el bienestar no depende sólo de medicamentos. No obstante, en lo personal creo que la versión comercial debe manejarse con cautela para evitar que se mercantilice la consulta médica o se creen falsas expectativas. La versión pública centrada en parques, caminatas y actividades comunitarias tiene potencial de impacto, equidad y sostenibilidad. Pero creo que, antes de pensar en “recetar viajes”, habría que implementar pilotos locales, establecer indicadores claros de salud y costos, promover alianzas entre salud pública, parques nacionales y ONG, pero tan sólo de pensar que el IMSS te los va a recetar, no me quiero imaginar. En este caso creo que se debe asegurar que la recomendación médica se mantenga separada de cualquier interés turístico, y miren que yo estaría más que a favor de que hubiese una iniciativa así en nuestro México. ¿Ustedes qué opinan?
Periodista y conductora
Premio Internacional de Periodismo Turístico 2022
Otorgado por la OMPT
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