Viajar a Estados Unidos solía ser sinónimo de aventura, compras, paisajes imponentes y ciudades vibrantes. Pero últimamente, para muchos, la ilusión ha sido reemplazada por una pregunta incómoda: ¿es seguro entrar como turista a Estados Unidos? No por el crimen, ni por desastres naturales, sino por la posibilidad de ser confundido con un migrante indocumentado en pleno aeropuerto o incluso caminando por las calles. En los últimos años, la vigilancia se ha intensificado, y con ello han crecido los casos de personas detenidas o interrogadas simplemente por “parecer migrantes”.
Una de las imágenes más alarmantes que se volvió viral este 2025 fue la de una madre latinoamericana y su hija pequeña que disfrutaban de Times Square en Nueva York. Todo parecía un paseo habitual, hasta que agentes migratorios se acercaron a la madre que es residente legal en ese país, la interrogaron y finalmente se la llevaron sin permitirle explicarse. La menor de 12 años fue dejada con un desconocido en plena calle, sin información clara sobre su paradero ni el de su madre. Este tipo de episodios han encendido las alarmas entre potenciales visitantes. La entrada al país puede convertirse en una especie de interrogatorio incisivo. Hay testimonios de viajeros que han sido retenidos por horas, cuestionados sobre sus redes sociales, sus ingresos, el propósito de su viaje, e incluso se les ha solicitado mostrar mensajes en sus teléfonos. El turismo, que debería ser una experiencia de descubrimiento y disfrute, se está convirtiendo en una situación estresante e incierta. Y lo más grave es que la línea entre vigilancia migratoria y discriminación racial parece cada vez más difusa. El riesgo de ser confundido con un migrante indocumentado se convierte en una amenaza para miles de turistas no solo latinoamericanos, pues ha habido más casos de detención de viajeros europeos a los que se les cuestiona si cuentan con estatus legal en el país o visa ESTA (Electronic System for Travel Authorization, o bien, Sistema Electrónico para la Autorización de Viaje) que no es más que un trámite que permite a ciudadanos de ciertos países viajar a Estados Unidos por turismo, negocios o tránsito sin necesidad de visa. Por ejemplo: Lucas Sielaff (alemán) fue detenido al intentar reingresar desde Tijuana, cumplió 16 días en Otay Mesa; Jessica Brösche (alemana) estuvo detenida 45 días, incluyendo aislamiento y casos similares, como el de una turista de Gales y una ciudadana canadiense. Además de mismos ciudadanos estadounidenses detenidos por error, es decir, personas nacidas en Estados Unidos que han sido arrestadas bajo sospecha de ser indocumentadas. Por ejemplo, un joven de 19 años fue detenido 10 días sin saber que era ciudadano estadounidense, hasta que su familia presentó prueba de ciudadanía.
Queridos lectores, las autoridades estadounidenses no ofrecen garantías ni protocolos para evitar abusos. La política migratoria está dejando cicatrices no solo en quienes intentan cruzar sin documentos, sino también en quienes simplemente desean visitar el país. La gran pregunta que muchos se hacen ahora no es si vale la pena ir a Estados Unidos, sino si vale la pena el riesgo. Lo peor es que, no me dejarán mentir que el cambio de percepción está afectando de manera irreversible la imagen de ese país que durante décadas se vendió ante el mundo como “tierra de libertad”. ¿Ustedes qué opinan?