¿Algo que declarar? Es la típica pregunta que nos hacen los agentes aduanales en los aeropuertos cuando entramos a cualquier país, y es que cada uno tiene sus propias reglas sobre lo que puedes traer del extranjero, pues lo que para ti es una compra inocente, para un agente puede ser señal de alarma.
Viajar siempre ha sido sinónimo de descubrimiento. Pero en los últimos años, también se ha convertido en una carrera de obstáculos burocráticos, especialmente cuando se trata de transportar artículos nuevos en nuestro equipaje. Ya no basta con hacer la maleta y soñar con el destino: ahora hay que estudiar las reglas aduaneras de cada país como si fueran los capítulos más confusos de un manual de impuestos, pues si no lo sabes, puedes tener problemas con la justicia. Para mí, la pregunta del millón no sería cuántas cosas nuevas puedo llevar sin que sea un conflicto, sino: ¿Cuánto suman en total mis compras? Ya que existe un límite monetario. Comencemos por casa. En México, los viajeros tienen derecho a una franquicia libre de impuestos que varía según el medio de transporte y la época del año. En vuelos internacionales, es de 500 dólares durante temporadas vacacionales y de 300 el resto del año. Dentro de este monto, uno puede traer ropa, electrónicos y otros artículos siempre que sean para uso personal. Pero ojo: si el producto viene en caja, con etiqueta y en cantidad sospechosa, los agentes pueden asumir que es para reventa, y ahí es donde empiezan los problemas. En Estados Unidos, la Customs and Border Protection (CBP) permite una exención de impuestos de hasta 800 dólares para ciudadanos o residentes que han estado fuera del país por al menos 48 horas. Pero lo interesante es que es muy riguroso con ciertos productos nuevos: celulares, laptops, cámaras... todo puede ser revisado minuciosamente, sobre todo si se trae más de uno del mismo modelo. Los países de la Unión Europea tienen un enfoque similar. Por ejemplo, en España, los pasajeros procedentes de países no pertenecientes a la UE pueden introducir bienes por un valor máximo de 430 euros si llegan por avión o barco. Superado este límite, se deben pagar aranceles e impuestos. La clave está en demostrar que los artículos son de uso personal. Una laptop usada, sin caja y con huellas de uso, pasará sin problema. Una laptop nueva, sellada y con factura, despertará sospechas.
¿Queridos lectores, ustedes creen que los agentes no saben el truco habitual entre viajeros? Ese de quitar etiquetas a la ropa y “ensuciar” ligeramente los electrónicos para que parezcan usados. Pero ¡Por favor!, aunque suene extremo, muchos lo hacen para evitar declarar productos que están destinados exclusivamente a uso personal. Las aduanas lo saben. No hay reglas escritas sobre cuántos pantalones nuevos puedes traer, pero si traes 10 del mismo modelo, probablemente deberás explicar por qué. Uno pensaría que las reglas son claras y universales, pero hay un enorme margen de interpretación. Sólo recuerden que viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que existen. Pero en este mundo donde cada frontera impone su lógica, más vale ir preparados, no sólo con pasaporte en mano, sino también con un conocimiento básico sobre lo que se puede y no se puede llevar. La próxima semana les hablaré de los alimentos, para que vayan tomando nota, y recuerden, al final, el souvenir más caro puede no ser el que compraste, sino el que olvidaste declarar.