Con la reciente desaparición del escritor peruano Mario Vargas Llosa —ganador del Premio Nobel de Literatura 2010—, han sido muchas las expresiones de reconocimiento en torno a su obra y se han retomado, también, algunos de sus pronunciamientos, particularmente los relativos a gobiernos mexicanos y al populismo.

El 30 de agosto de 1990, durante el programa Encuentro Vuelta, trasmitido por Televisa, Vargas Llosa señaló: “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la Unión Soviética. No es Fidel Castro…Es México, porque es la dictadura camuflada”. Y explicó que nuestro país no estaba exonerado de la “tradición dictatorial latinoamericana”, además de condenar el ejercicio político y los resultados del PRI. Manuel Bartlett, cuando era senador de ese partido, señaló que se trataba de “una provocación basada en el desconocimiento del país” (sic). Así, el ahora protegido de la llamada 4T.

El 19 de marzo de 2018, durante una entrevista con Carmen Aristegui, advirtió del retroceso democrático: “mucho me temo que si él (López Obrador) ganara las elecciones, el populismo entraría con mucha fuerza en México y con las muy negativas consecuencias que tiene una política populista, como lo hemos visto de una manera muy trágica en América Latina a través de lo ocurrido en Venezuela”. Asimismo, puntualizó que la administración de Enrique Peña Nieto fue “absolutamente fracasada, frustrada, en el campo —precisamente— de más repercusión en el mundo, que es el de la violencia (...) Ha sido desastrosa”.

Dijo que se acabó la dictadura perfecta, pero continuaba el peligro de nuevas expresiones del autoritarismo. Y confesó: “temo que el populismo, que parece realmente la ideología del Presidente de México, nos conduzca otra vez a la dictadura, perfecta o imperfecta, dictadura al fin y al cabo”.

Pasadas las elecciones presidenciales, y con el triunfo de López Obrador, diría que los “mexicanos votaron mal”. Y, más adelante, aseguró: “México vive un retroceso dramático con un presidente populista, un presidente demagogo, que va acabando con todas las libertades que gracias al señor Zedillo vivió México, y hoy en día, desgraciadamente, México es uno de los países que más retrocede en América latina”.

En 2021, indicó: “no me gusta la figura de un presidente que se exhibe todas las mañanas, comentando los artículos que lee en la prensa y muchas veces censurando, atacando periodistas, no me parece que esa sea la función de un presidente”.

López Obrador, desde el delirio de poder y la demagogia, se revolvía, reaccionando al peruano.

Más allá de las tensiones y desencuentros por la posición de Vargas Llosa, conviene rescatar la necesidad de defender la libertad y la democracia contra quienes —siguiendo su espíritu priista ochentero— buscan el control y la sumisión total. Sí, son los populistas, autoritarios y antidemocráticos a los que se refería el escritor peruano, y que en México conocemos bien. Entre ellos, por supuesto, el demagogo de Macuspana, al que se refirió. Aunque no es el único, persiste su legado.

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